A base de machadas, de hitos históricos y desbordando nuestra capacidad de sorpresa, había quien decía de los futbolistas del Llevant que «son seres extraños, vienen de otros mundos», como en la canción de los valencianos Betty Troupe. Pues no. Muy probablemente son el mejor grupo de futbolistas que ha tenido el club blaugrana en toda su historia, pero son de este mundo y el domingo lo demostraron frente al Barcelona. Son mortales, capaces de relajarse con Leo Messi en los alrededores. Tuvieron un error de concentración en el primer minuto de la segunda parte, dejaron merodear al argentino entre líneas, mientras Iniesta sobaba la bola. El balón acabó en la ´gàbia´ y el Llevant se hundió literalmente.

Un inicio magistral

La primera mitad de los granota fue sencillamente magistral, atando en corto cualquier opción de desborde culé y generando más opciones de gol y más claras que el Barça. El líder se marchó al vestuario cabizbajo y preocupado: Juanlu se había permitido llegar a la línea de cal con túnel a Piqué incluído, pero no lo remachó con un buen pase de la muerte. Valdés sacó una mano imposible para desviar el zurdazo envenenado de Barkero y Martins, a bocajarro, remató de cabeza a la base del palo pero por fuera, con el portero vencido. Con Diop e Iborra inmensos, un Barça desquiciado había tenido que recurrir a lanzar algunas castañas desde lejos.

Bajada de brazos

Pero con el mazazo de Messi el Levante bajó los brazos como nunca lo hace este equipo. También enmudeció la afición, como si con 0-1 ya todo fuera imposible. Y no lo era. Barkero, con otro zurdazo de volea que se marchó muy cerca de la escuadra, y Diop, en una internada por la derecha, tuvieron el empate, pero la respuesta de Iniesta fue demoledora. Y al Llevant le cayó la del pulpo. La hinchada se hundió, el equipo destensó todo atisbo de intensidad y, tras el 0-4, Ballesteros hizo una escuchita a Puyol, lo que se malinterpretó como una petición para poner freno al rodillo. Pero el capitán culé no controla el ansia de gol de Messi y los de arriba. El Barça tuvo alguna opción más y el Llevant dos muy claras para maquillar el marcador: un mano a mano de Martins y un penalty que no fue capaz de transformar Barkero y cuyo rechace empaló Ángel al muñeco.

El valor de las proezas

La afición reconoció que sus chicos son humanos y los ovacionaron al final del partido. El Barça fue inalcanzable, con su rotunda efectividad, pero por momentos un Llevant sobrehumano lo tuvo contra las cuerdas. Nos gusta cotejar de vez en cuando que los levantinos son de este mundo. Eso da un valor extra a sus proezas. Cada domingo no puede ser un día para la épica. Eso sería inhumano. Y además, cuando se convirtiera en costumbre, dejaría de ser épico.