Buen tipo. Noble. Y sí, aunque no lo crean, tiene las ideas claras de cómo quiere él jugar a fútbol. Pero fracasa en la mayor. Sus ideas son correctas, sus palabras inmensas, pero su ejecución es lamentable. Djukic no sabe dirigir a un grupo. No sabe dirigir al Valencia. No sabe hacerlo ni colectivamente „lo que él quiere los jugadores no lo entienden„ ni individualmente. Sus arbitrarias decisiones tienen a media plantilla descolocada. La otra media no, la otra simple y llanamente no da señales de vida: pasa de todo.

El enamoramiento

Miremos a Djukic de frente. Su llegada. Sus primeras palabras. Valverde „uno de los mejores técnicos que ha pasado por el Valencia en los últimos años (lástima)„ se fue pegando un portazo y Djuka nos entregó el primer soplo de aire rresco: «Es la ilusión de mi vida», vino a decir. Y claro, entre un técnico que te deja colgado y otro que te declara amor eterno la elección es fácil: Djukistas de por vida.

Más amor

Y sí, llegó su presentación y ahí se rindieron hasta los más escépticos. «Vengo a despertar al gigante dormido», esgrimió el serbio a modo de saludo. Y esa frase, unida a su glorioso pasado como jugador del Valencia, aventuraba una temporada plagada de emociones. El Djukismo se extendió a velocidad de vértigo. Es más, no recuerdo ni una sola crítica sobre la capacidad del técnico. Yo mismo, siempre dispuesto a agarrarme a cualquier opción que me arranque una sonrisa en la cara, me abracé al Djukismo con una ilusión tremenda... hasta que llegaron sus primeras decisiones.

Segundo partido

Y llegó el segundo partido tras el debut triunfal ante el Málaga. Y a partir de ahí, ya desde el segundo partido, la toma de decisiones de Djukic comenzaba a ser sospechosa, pero el amor seguía intacto. Tras el segundo partido llegaron más decisiones absurdas y carentes del más mínimo rigor exigible a un entrenador de un equipo como el Valencia e incluso el míster dejó en el disparadero a sus jugadores en un par de ruedas de prensa: craso error. Cuando tus decisiones son erráticas e injustas, dejar a los jugadores a los pies de los caballos es una invitación clara a la insurrección. Y una muestra enorme de que el jefe de la manada no tiene ni ´repajolera´ idea de como conducir a sus lobos.

Y el Almería

Y ahora de perfil. Miremos a Djukic de perfil. Y hablemos con sinceridad. Es buen tipo, un serbio noble, pero no vale como entrenador del Valencia. Aquí, como en otros tantos equipos, la teoría sirve de poco. Hablar sirve de poco. Un entrenador válido, hecho, con carácter, se gana la confianza y entrega de sus jugadores con mucha disciplina y acierto en sus decisiones. Y defendiéndiolos, defendiendo siempre públicamente a sus jugadores, blindándolos de puertas afuera. Y en todo eso, en lo de la disciplina, en lo de las decisiones rigurosas y en blindar al vestuario es donde Djukic ha fracasado de forma irreversible. Y ese fracaso es imposible de asumir por un Valencia repleto de exigencias societarias.

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