Todos sabemos que, cuando naves alienígenas aterrizan en nuestro planeta, la CIA manda sin contemplaciones a sus hombres de negro: sujetos enfundados en trajes de chaqueta y parapetados tras gafas de sol, que descienden de su Cadillac dispuestos a todo, con la misión de eliminar pruebas, suprimir testigos, confiscar material sensible y, en definitiva, gestionar la información derivada del suceso para evitar que cunda el pánico en el mundo. Da igual que el suceso ocurra en Wisconsin que en la Pobla de Vallbona. Igualmente, como consecuencia de la bacanal en la que se había sumergido la banca española, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea mandaron a sus hombres de negro a nuestro país, para analizar la situación financiera, controlar que se están dando los pasos en la dirección que dichos organismos deciden y evualuar el comportamiento de las entidades intervenidas.

...or Men in chandaL

Y esta semana desembarcó en el club de Mestalla nuestro Mánager General, Rufete (pero en chándal en lugar de con chaqueta) junto a un equipo de especialistas dispuestos a tomar muestras de briznas de césped y a recoger la información a través de sistemas de grabación audiovisual. Algo que, por mucho que nos quieran revestir de normalidad, nos deja descolocados. No por su conveniencia, sino porque nos lo venden como «lo más normal del mundo» pero parece una auditoría interna. Si todo fuera viento en popa, no haría falta «grabar a ver qué está pasando». Si fuéramos líderes, todo nos parecería un «suma y sigue» pero, como nos ha pillado rodando por el precipicio, no deja asemejarse a una extravagancia más en este cúmulo de despropósitos. El único consuelo que queda es pensar que, si se graba algo, es para visionarlo después. Esta noche, mientras el valencianista medio se pone cualquier episodio de Breaking Bad o de Mad Men para evitar el bombardeo de programas de cotilleo deportivo que no nos mentan ni en pintura, en algún sitio en Valencia nuestros «hombres de chandal» se estarán comiendo sesiones de entrenamiento con palomitas, una tras otra, hasta el amanecer, en busca de la solución definitiva a nuestros males.

Donde dije Djukic...

Acertó de pleno Juan M. Doménech en Supermurciélago antes del partido en Elche al vaticinar que probablemente aquí no se tomarían decisiones hasta que no hubiera un director deportivo que cumpliera esa labor. Efectivamente, perdimos 3 puntos más y aquí no se movió ni el tato. ¡Tremenda velada de domingo! Eso sí, tan pronto tuvo a mano el presidente la figura del Mánager General, tardó cero coma tres segundos en delegar este tipo de toma de decisiones en el mismo. Luego, le han llovido palos a Salvo en algunos foros por sus matizaciones sobre la continuidad del entrenador que tanto enalteció. Pero ¿en qué quedamos? Si habla, se contradice. Si calla, se le critica el inmovilismo. ¡La duda de Hamlet! «¿Ser o no ser? ¿Actúo o me quedo quieto?» Bueno, como no hay consenso, liberemos presión: uno cuando abre la boca dice una cosa en un momento espacio-temporal. El espacio no ha cambiado, pero el tiempo sí, y los males persisten. Así que, tras dos meses, si donde dije Djukic digo «ya veremos», tampoco es para tanto. En su momento, pensó que el mejor mensaje era el de continuidad, y ahora es necesario otro. ¿Y? Eso sí, lo de «yo no lo puse, ergo yo no lo quito» suena algo a Pilatos. Es mejor reconocer que un diamante es para siempre pero un entrenador es para algo, y cuando nadie rectifica el rumbo, rectificar es de sabios.

Crazy League

El fútbol está loco. ¡Loco! Estamos desahuciados pero, en medio de todo el pitote, de repente somos líderes del grupo en Europa League, y eso a pesar de los tres roscos que el Swansea nos metió en nuestra casa. ¡Y encima, jugando bien! Eso sí, de gol, escasitos, no vaya a ser que nos empachemos. Pero al final, la pelota decide y es la única capaz de borrar todo lo anteriormente escrito y convertir una hoja de reclamaciones en blanco impoluto. La pena de este periodo de oscuridad es pensar que, además del temor que infunde estar en la parte baja de la clasificación, a lo mejor otro equipo que te quita el sitio en Champions no da la talla luego. No tengo dudas de que el Villarreal, que tiene muchas papeletas para conseguirlo, competirá a muerte y llegará lejos, porque juega de lujo. Pero viendo lo de la Real esta temporada, tras el final de liga pasado, y aunque les he deseado lo mejor -sinceramente- no puedo evitar que el daño emergente del equipo donostiarra me recuerde el lucro cesante del VCF: a pesar del pitote que tenemos montado, habríamos competido y nuestras arcas habrían agradecido el impulso. Estaríamos en la siguiente ronda. Ya te digo. Y con Mathieu de MVP. Mañana, Osasuna de merienda. La semana siguiente, «nàstic de plàstic» en cuanto a Liga -hay Copa en Tarragona-. Luego viene el infierno -Atlético y Real Madrid-. En 15 días, o sol, o tormenta.

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