Sea por su estilo o por el hecho de que tiene la bendición de Peter Lim, no hay duda de que Nuno ha caído bien entre la afición. Sabe hablar, conecta y cultiva esa conexión con la grada. Para un entrenador siempre es mejor así, porque el que no entra en Mestalla por los ojos desde el primer día lo suele tener complicado, a veces incluso con resultados. La hora de la verdad para un técnico no es ahora sino cuando llegan las derrotas, cuando desaparecen las sonrisas, las palmaditas en la espalda, cuando llega la preocupación. Es ahí cuando se ve al entrenador, si cae bien o no. Para Nuno todo ha venido hasta ahora de cara a pesar de las muchas dificultades que ha habido este verano y hay algo en lo que tiene mucha razón, lo que de verdad hace a un equipo diferente, lo que de verdad consigue esa cohesión con la grada y hace que la afición dé ese plus en cada partido no es solo ganar partidos, sino hacerlo además con una identidad. Ese es el objetivo no de Nuno, sino de Rufete, de Ayala y de todos los que están en el Valencia. Si el portugués lo consigue convertirá Mestalla en una caldera, el equipo dará de verdad miedo y seguramente habrá entrenador para muchos años, siempre los que quiera Lim.