No es extraño que el banco ahora intervenido por su nefasta gestión quiera seguir ejerciendo un control exhaustivo de los negocios del Valencia CF incluso después de la venta, al fin y al cabo es lo que ha estado haciendo durante los años de la otra intervención a través de Llorente. Ese modelo llevó al Valencia a vender a todas sus estrellas para reducir deuda y pagar intereses a Bankia, pero al mismo tiempo a perder ingresos, abonados y afición. No es ese el futuro ni el modelo que viene con Salvo y Lim ni tampoco el que quiere el valencianismo, así que, como ni Bankia ni su consultora han sido capaces de traer a Valencia una alternativa ilusionante y decente, lo lógico es que este pulso final acabe pronto y con un apretón de manos aunque solo sea para la foto, porque está claro que lo que es amor no hay. Hoy por hoy la ruptura tendría costes importantes para las dos partes, en su día Lim aceptó conceder las garantías adicionales que exigió el banco y que no estaban en el contrato, ahora estamos ya en las garantías de las garantías. Como decía Alfonso Rus hace unos días en un lenguaje más llano, cuando no son Porxinos son ´Porxinas´. Nadie pone en duda que su deber es garantizar al máximo el cobro de la deuda ni que Bankia busca lo mejor para Bankia, faltaría más, pero a ver si por estrangular este acuerdo al final se quedan sin la solución que otros les han puesto en bandeja. Y no hay otra.