Parece que la querella de la Fiscalía anticorrupción, que se ha presentado contra 42 personas por supuestos hechos delictivos acaecidos en el partido Levante-Zaragoza de hace unas temporadas, se ha convertido, como los grandes partidos, en la del Siglo.

No se habla de otra cosa en los mentideros futboleros e incluso las nuevas normas que se pretende que regulen la violencia física y verbal en el fútbol son ya relegadas a un segundo plano. Es cierto que es la primera vez que se plantea tal actuación en el deporte rey en España, y se quiere que sea la primera piedra de otro edificio que limpie el fútbol.

Sin embargo, no es todo tan sencillo y la pena que ya se pretende imponer está lejos de ser real y efectiva. Hace unas semanas me encontraba en Japón para dar una clase en un seminario y la noticia de la querella era ya portada, sin haberse aún interpuesto, en diarios y televisiones. Es claro que a pesar de que la liga española interesa, no era ese el punto neurálgico del deseo de conocimiento de los nipones, sino el que el actual entrenador de su selección es el conocido Javier Aguirre.

No solo fui preguntado en el simposio sino que una televisión de aquel país que se encontraba en España para investigar e informar de la futura querella vino a entrevistarme. Y, una vez ya interpuesta, son varios los medios de comunicación del país del Sol Naciente que llaman a mi puerta.

Hay que entender que, para los japoneses, el honor es un valor de altísimo nivel y que ha de ser respetado. La sola mención del nombre de su seleccionador en un posible amaño de partido ya es un descrédito para su fútbol y la avidez de los medios es tal que se dedican programas especiales al caso.

Y es que, a pesar de que la era de los Bushi, que es el nombre común que designa en Japón a los guerreros, aunque la palabra Samurai es sin duda más conocida e utilizada en Occidente, ya está acabada, sigue habiendo una parte de ello en la mentalidad nipona. Así, los samuráis, en su formación, recibían muchas clases o consejos, uno de los cuales era el de que a quien alcanzase los treinta años no se le podía enseñar moralidad y que su comportamiento seguiría siendo cada vez más alocado, si lo era ya a esa edad.

Por ello, a quien alcanza cierta edad no se le puede perdonar errores y es lo que, al parecer, ocurre con Aguirre. Ya no estamos en la era de Edo „el antiguo nombre de Tokio„ pero la cultura japonesa tiene muy adentrado el concepto del honor y cualquier mancha tiñe ya a quien la porta.

Aunque les expliqué, allá y aquí, que la querella tenía primero que ser aceptada, después se llevaría a cabo una instrucción, con la finalidad de ver si hay o no culpables y si hubiera elementos probatorios suficientes, se iría a un juicio oral, con una sentencia, que podría ser recurrida? Les indiqué que podrían pasar quizá años, pero su respuesta era que les preocupaba la competición y lo que podría reflejarse en la nación y en los jugadores durante la misma. Creí que se referían al Mundial de Rusia de 2018 y a las eliminatorias, pero no, lo que tenían en mente era la Copa de Asia de Enero de 2015, que se celebrará en Australia.

Es decir, que no les preocupa tanto el devenir jurídico del partido supuestamente amañado, sino las repercusiones de la implicación, aquí y ahora, de su entrenador nacional. Creía que la gran acogida de lo occidental y, sobre todo, de lo norteamericano, en la sociedad japonesa, había relativizado el carácter nacional nipón, pero no, los valores siguen estando presentes y por mucho que se decore el barrio de Ginza con árboles de Navidad y se celebre ésta como si se estuviera en el centro de Nueva York, las normas ancestrales perviven en su gran mayoría.

Es decir que, para nosotros la querella del siglo durará lo que dure, no tanto como cien años por supuesto, y se irá diluyendo su trasfondo cuando todos o casi todos los que estuvieron querellados ya ni estén en el mundo del fútbol activo, pero para los hijos del Imperio del Sol, ya ha empezado a librarse una batalla jurídica pero, sobre todo moral.

Algunos ya pedían la cabeza de Aguirre y que su contrato fuera rescindido y hasta se me preguntó por ello y a pesar de insistir en que solo es el comienzo de un largo camino legal, la idea de soportar a alguien sobre el que pesa un posible pena por amaño del mencionado partido es más de lo que puede aguantar alguno.

Aquí, sin embargo, estamos tranquilos y ya se habla de que la propia querella no tiene mucho fundamento y que, incluso, le faltan elementos clave para que los hechos que relata sean considerados como constitutivos de delito. Por cierto, ya que estoy en modo japonés, recomiendo un gran libro del fallecido „con solo 35 años„ escritor Keikaku «Project» Itoh, «Armonía».

De momento, y volviendo a nuestra Gran Querella, está el Juzgado de Instrucción número 8 de Valencia encargado de seguir con el proceso y veremos qué se nos depara. Desde luego, de ser Javier Aguirre, le tendría más temor a los japoneses que al final del procedimiento. Hasta entonces, sayonara, queridos lectores.

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