Atendí con interés diferente al de otras veces la rueda de prensa de Gayà. Quería ver más allá de lo que dijo y la verdad es que lo encontré. No sé si me pasó lo que a Iker Jiménez, que encuentra lo que encuentra porque los busca expresamente, -si te vas a una masía abandonada un lunes a las cinco de la mañana y no grabas un sonido que se le parezca mucho a un fantasma es que eres bobo o primo de Sergio Ramos-, pero lo cierto es que en el mensaje de Gayà había algo más allá de sus palabras. «Se han dicho muchas mentiras» dijo Gayà y lo dijo hasta tres veces. Cuando uno dice en rueda de prensa «se han dicho muchas mentiras» ya es un dato. Decirlo tres veces es un dato. Pero hay más, si tienen la ocasión fíjense bien en Gayà cuando lo dice. Le cambia el tono de voz, ya no es el niño feliz porque ha renovado con su equipo de toda la vida y su voz no tiene la dulzura que transmite cuando utiliza el valenciano. Le sale el ´macho alfa´ que lleva dentro. Tiene 19 años pero se sienta en la sala de prensa y reta a todos los periodistas que tiene enfrente, los mira y los desafía. Tiene personalidad y es valiente. Tiene la conciencia tranquila, sabe lo que quiere y cómo lo quiere. De sus condiciones para jugar a fútbol somos todos conscientes, en el campo transmite además que es un tipo inteligente y valiente, que no se arruga. Ahora, además, sabemos que es un líder. ¡Tenemos capitán para rato! Por cierto, cuando Gayà hablaba de algunas cosas que se han dicho, yo sí me he dado por aludido como periodista. No tengo problema en admitir que no aspiro a que todo lo que escribo o digo le guste a todo el mundo. Dicho esto, soy tan gilipollas que esperaba que la renovación de Gayà y sus palabras servirían para que los medios afines al Real Meseta se dieran cuenta de que las cosas no siempre salen como a ellos les da la gana, pero por la tarde le hacen una entrevista en Radio Meseta y uno le pregunta «¿eres consciente de que si sigues con esta progresión en dos años te van a vender?». Ya los veo diciendo, «como adelanto Radio Meseta y el BORM hace tres o cuatro años, el Valencia ha traspasado a Gayà y bla, bla bla...». Lo mejor de todo es cuando otro sesudo analista le dice «oye, Gayà, Pedreguer es donde está el repetidor ese de la señal del teléfono, ¿no?». Estos días me acuerdo de Saramago: «En la capital creen tener al Rey en la barriga solo porque la casualidad quiso que nacieran en el centro».