Con las cartas marcadas o sin ellas. Tocaba definir en qué decorado nos movemos. Y eso lo hizo ayer a la perfección Suso García Pitarch. Nunca fui sospechoso de adhesiones. Me tiré tres meses en la radio diciendo por activa y por pasiva que a Suso habría que etiquetarlo después de este verano. Durante los meses previos, no fui ni de los que le hizo un altar, ni de los que lo condenó a los infiernos por florero. Básicamente porque pensar que en un club con un propietario el secretario técnico puede hacer y deshacer a su antojo, es vivir en los mundos de Yupi. Si usted es asalariado por cuenta ajena y está al frente de una área determinada en una empresa, pruebe a hacer lo que le dé la gana sin consultar con sus superiores y ya me dirá cuánto dura en el puesto.

Y fundamentalmente, porque jamás me creí esa milonga de las manos libres absolutas sin encomendarse ´a oste ni moste´. Oiga, no. Seamos serios. Ni Suso es el amo del club, ni el friegasuelos que le saca lustre a los zapatos del primero que pasa por ahí. Quizá en el término medio esté la virtud.

Siempre me mostré ´parejista´. No le voy a dar ni media vuelta. Siempre fui más concesivo que Mestalla ante el juicio de un jugador que al menos lo intentaba cuando otros arriesgaban menos que Ernesto de Hannover en una cata de mojitos. Para bien o para mal. Ha sido el motor y el cerebro del Valencia CF en las tres últimas temporadas (con lo bueno y lo malo que ello trajo). Creo que su manera de jugar ha elevado el cabreo (a veces justificado, a veces no) en la grada a niveles incendiarios. Creo, en definitiva, que Dani Parejo jamás se ha sentido valorado por el público de Mestalla. Y creo que a veces Mestalla se ha cebado excesivamente con él.

Ahora bien, de eso a justificar la rebeldía nada profesional de un trabajador por cuenta ajena que cobra cada mes su sueldo de manera puntual, para nada. Oiga, no. A mí ahí que no me esperen. Los profesionales se deben a las empresas que les pagan religiosamente aunque estén abiertamente en contra de los postulados que rigen las mismas. Se llama ser profesional. Hasta el último día que uno cabalgue con los Sioux, le toca ser Sioux. No es de recibo bajarse del caballo cuando te ves más Apache que Sioux.

Así que, llegados a este punto, y asumiendo que Parejo es irrecuperable para la causa porque la grada jamás le perdonará este ninguneo caprichoso, me parece muy bien que salga el Director Técnico del Valencia a marcar el escenario de la operación. Oiga, ¿que Parejo se quiere ir? (total, un servidor sólo lo lleva contando desde marzo). Fantástico. Pero el futbolista en su capricho (todos los futbolistas lo son) no va a marcar el precio del traspaso ni el equipo de destino. Por ahí no paso. Si el futbolista fuerza una situación pública que le imposibilite vestir de nuevo la blanquinegra, al menos el club propietario marcará las pautas y el escenario. Y me parece fantástico.

Así como hay veces en las que Mendes (amigo del dueño) maneja a su antojo, las ocasiones en las que Suso tenga la sartén por el mango tiene que hacerse de valer (oiga, les guste o no, este es el actual Valencia). Así que ahora, Suso tiene 33 en espadas y va de mano. Ha echado la falta igual que haría usted y haría yo. ¿También vamos a afearle la conducta por eso? Creo que ahora no toca. Cuando sea el momento seré el primero que desenfunde la espada (a estas alturas no soy sospechoso de convivencia con el poder). Pero Suso ha echado ahora la falta. Al Sevilla no. Y en el caso de que el Sevilla lo quiera de verdad, yo marcaré el precio. El resto sería tan injustificable como darle a Rossy de Palma el papel de Wonder Woman.

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