Nació en familia valencianista hasta la médula. Forma parte de esas nuevas generaciones de humanos que sienten de todo a lo bestia y vibran con todo a lo bestia. Y sí, él, Juan, decía hasta este verano que su equipo era el Valencia e incluso se ponía la camiseta blanca y el pantalón negro para ir rindiendo homenaje por las calles a sus ídolos futboleros. Pero ha evolucionado. Le encanta el fútbol, pero se niega a seguir siendo parte de un equipo que no para de perder y que da poquitas alegrías.

Un tipo listo

La evolución de Juan -ojo, la evolución futbolera de Juan- es como una foto a quemarropa de su propio carácter. Juan es listo, está enamorado del fútbol, ve como casi todos sus amigos lucen las camisetas del Madrid o del Barça y yo creo que si no tuviera un padre tan valencianista como él tiene su evolución en estos momentos arrojaría que Juan ya no es seguidor del Valencia. El tipo es listo pese a su corta edad y ahora dice que a él le encanta el fútbol y que es de todos los equipos, que disfruta con todos y que lo importante es participar... no lo de ganar o perder partidos. Y sí, por ahí vemos como un ´nano´ de 6 años está renunciando sin decirlo del proyecto de Peter Lim.

Mustafi, Alcácer...

Juan ahora está de vacaciones como todos los niños de su edad y de vez en cuando pregunta por este o por aquel futbolista... como hacen casi todos los niños. Ahora bien, recuerden que él ha evolucionado a que es de todos, no sólo del Valencia. Y ese ´ser de todos los equipos´ se hará todavía más grande en cuanto se entere que el que era el equipo de toda su pequeña historia ya no tiene a gente como Mustafi o Alcácer que eran un referente para todos los ´pollos´ valencianistas. En cuánto se entere comenzará a entender que esto es el mundo del fútbol y que el Valencia que su padre le quería inculcar es un Valencia que deslumbraba al mundo entero cuando él no estaba concebido ni había planes para que eso sucediera.

La recuperación

Y bien, lo de Juan es un simple ejemplo de las cosas tristonas que rodean al valencianismo y que deberíamos tratar de corregir de forma inmediata. El Valencia no ilusiona ni tiene pinta de hacerlo. Y es por ahí, por el fútbol y por la vida, por donde este Valencia incomprensible de Peter Lim debería empezar a cambiar para que los miles de Juanes que hay por todas partes dejen de ser de todos los equipos para sentirse orgullosos de ser del suyo propio, de su Valencia, de la ciudad donde nacieron. Y ese cambio, al margen obviamente de resultados, empieza a producirse cuando el equipo crece y empieza a ser un equipo reconocible. Hasta entonces mi hijo Juan -que sí, que sí, que yo soy su padre- preferirá decir que es de todos los equipos con tal de seguir disfrutando de un deporte que le apasiona. Y es por ahí, por los ´nanos´, por la ilusión, donde el Valencia debería ponerse a trabajar cuanto antes en recuperar sensaciones.

Más artículos de opinión de Vicente Bau, aquí.