Nada es perfecto, ni siquiera el Valencia Basket que esta noche quiere darnos la primera gran alegría del año ganando la Eurocup, que no es la Champions del baloncesto pero es una competición con un nivel altísimo de aspirantes y, como vemos, muy dura de principio a fin. Como en la semifinal, llegamos hasta el tercer y último partido y nadie, a pesar de que el factor ´Caldera Taronja´ ´Caldera Taronja´hace que evidentemente uno de los dos sea favorito, las tiene todas de su parte para levantar ese trofeo. Son sin duda los cuarenta minutos más importantes del año, los que pueden llevar al cuarto título europeo, a jugar la Euroliga la próxima temporada, o directamente a la nada. Claro que son muchas las ganas de poner por fin en una portada la palabra ´campeones´ como para pensar que algo puede salir mal. Pase lo que pase, alegría o decepción, el trabajo está ahí y el proyecto también. Nunca estará todo bien hecho pero si el equipo está donde está y tiene una afición volcada como la que tiene es porque hay una estructura que garantiza un buen porcentaje de acierto en lo esencial, en los fichajes y en la elección de los entrenadores, que se ganan ese banquillo por su capacidad y su hoja de servicios, nunca por ser amigos del dueño, que también lo hay.

¿Tregua?

Mateu Alemany quiere ser la chispa que haga que las cosas cambien en el Valencia CF pero, avisa, «yo solo no puedo». Un giro interesante porque el Valencia CF empezó a cambiar para mal desde el momento en que Nuno Espirito Santo convenció al propietario para que se cargara todo lo bueno que tenía el club, cuando estaban convencidos de que ellos solos podían con todo y la afición les iba a hacer la ola. El mensaje del nuevo hombre de Lim, ambicioso y cómplice con los aficionados en sus primeros discursos públicos, suena como a petición de tregua. ¿Les creemos? ¿Se la concedemos? La duda persiste y el máximo accionista de paseo por Indonesia no ayuda demasiado.

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