A Muñiz, que poco o (casi) nada se le puede echar en cara, se le fue la mano intentando justificar que no hubieran entrado Boateng o Nano en lugar de Alegría. Alegó el cambio a cuestiones físicas, no tácticas, con lo que cayó en una contradicción y reforzó las dudas generadas en torno a los delanteros. Del insular y el ghanés se puede entender cierta falta de acoplamiento al grupo, pero no en comparación con Samu, quien si acaso es quien menos tono tiene después de haber dedicado toda la pretemporada a forzar su salida del Rubin. La realidad es que el equipo, y hasta su técnico, se sienten ahora mismo más a gusto con un falso ‘9’ y los jugadores de segunda línea como goleadores. De que sea esta una situación coyuntural o se convierta en estructural dependerán en buena medida el desenlace de la temporada y sobre todo las necesidades en el mercado invernal.

Ciutat para enmarcar

No hubo incidencias destacables, que ya de por sí es una buena noticia en este tipo de partidos. También lo es la sensacional puesta en escena de la afición granota. Llenó las gradas del Ciutat y alentó a los suyos como pocas veces, en un clara muestra del crecimiento social experimentado por el club y, en consecuencia, del arraigo y la motivación del Derbi. El jueves concluye ese primer tramo del calendario en el que el Levante ha acumulado rivales exigentes y duelos en casa, por lo que habrá que hacer un esfuerzo extra (pese al endiablado horario) antes de acumular salidas menos ‘atractivas’ e igual o más peligrosas.

Empate «positivo»

Al final hay que dar por bueno el empate, como hizo incluso Rodrigo a pie de campo (aludiendo a las derrotas de las cuatro visitas previas del Valencia a Orriols y contraviniendo a Marcelino). Por ahora las sensaciones grupales acompañan, como enfatizó Muñiz, y la clasificación también. Los granotas seguirán otra jornada invictos y justo por delante de los vecinos, lo que ayudará a que la rivalidad (sana) sea cada vez mayor, se quiera o no ver.Sensación de vértigo

Seguramente el Derbi sea el partido en el que los centrales hayan dejado peor sensación en año y pico con Muñiz en el banquillo. Cometieron errores grotescos, sin ni siquiera obligar al Valencia a tener que echar mano de la inventiva para provocarlos: a base de balonazos se empequeñecieron Postigo y principalmente Chema, que es de quien más se espera en estas citas. No es suficiente para encender las alarmas, pero sí para ponerse en guardia. Quedan la fiabilidad de Róber Pier y la incógnita de Cabaco, otro de los fichajes inéditos, en la recámara.