Permítanme que para empezar me desnude ante ustedes. No por el calor que hace, y mucho, sino para reconocer que a estas alturas estoy ya tan mareado de tantas idas y vueltas que no sé qué pasara. No sé si el Levante venderá a Lerma o se lo quedará. Si fichará o no a Dwamena. Ni siquiera, si los desenlaces de ambas operaciones estarán vinculados. Creía tener respuestas para todas estas cuestiones y, de repente, un par de llamadas me han recordado que certezas no hay ninguna. Lo normal es que 'Jeff' se vaya para Bournemouth y 'Manolito' Boateng tenga nueva pareja de baile (literal) en ataque, pero hablar de normalidad en el fútbol es hablar de más.

Las respuestas deberían llegar con esta opinión aún calentita. En papel y del día. De lo que no hay duda es que pase lo que pase, va a dar mucho que hablar. Si Lerma se acaba quedando, su cabreo será histórico. Si se pagan 6'5 millones por un '9' que los técnicos no tenían agendado hasta que fue ofrecido, también. Habrá que alabar la habilidad negociadora de Quico si cierra el traspaso y el fichaje más altos de la historia con 24 millones de superávit, pues abriría un nuevo horizonte económico/deportivo al club. Lo que me pregunto, llegado a este punto, es si a él le arrienda la ganancia. Será que no tengo alma de abogado matrimonialista salvaje, de esos que en las pelis, pero el riesgo de palmarlo todo por rascar uno o dos millones me parece a mí mucho riesgo. Desgaste personal, al margen.

Discutible es que Paco López haya completado dos tercios de la pretemporada con un solo fichaje a las espaldas. Si Muñiz levantara la cabeza, seguro que pondría otra vez el grito en el cielo por eso mismo. No hubiera estado de más haberse evitado las prisas de los últimos días y haber tenido a Prcic o Moses conociendo el idioma, la ciudad y al equipo un poquito antes. Vale que ni uno ni otro eran primeras opciones, pero por eso mismo habría que haberlas tenido bien amarraditas de antemano para no dejar pasar tanto tiempo. Y con el supuesto sustituto de Lerma, lo mismo. Sería de agradecer que su sustituto estuviera firmado antes que el propio traspaso; no tener que salir al mercado nada más haber ingresado tal cantidad de millones a ver qué acaba cayendo. Los agentes ya huelen el dinero y llaman preguntando por el tope salarial granota.