Con la frialdad de un cuerpo inerte y la convicción de un gladiador se presentó Valencia Basket en el 'parqué', sin presión y con las ideas muy claras: abrir la pista y dejar el cuerpo a cuerpo para tareas defensivas a sabiendas de que competir a nivel físico contra el FC Barcelona era un imposible. Elección acertada de Ponsarnau, a pesar de la intención de Pesic de hurgar en la herida y ahogar en la salida a los bases de Valencia. Algo que solo consiguió en los minutos finales del segundo cuarto provocando varias pérdidas.

Tras la salida de vestuarios, Valencia mantuvo la misma idea castigando desde la línea de 6,75, y con la convicción de llevarse así el partido. Pero el desacierto en el tiro exterior en el último cuarto, y la falta de un jugador capaz de crear desde la pintura hicieron que la operación a corazón abierto que planteó el Dr. Ponsarnau no diera resultados. Físicamente, al Valencia le sobraron minutos de partido.

Las más de 500 almas y su aliento no consiguieron que el corazón de Valencia Basket se sobrepusiese al desgaste físico a la hora de competir de tú a tú con el Barça. Ahora habrá que colocar un buen 'bypass' que permita soportar una segunda parte de temporada muy exigente física y mentalmente.

L'Alqueria del Basket mantiene el sueño vivo. Lo que está al alcance de su equipo infantil es disputar la segunda final de la Minicopa, desde los inicios de esta competición. Andreu Casadevall empieza a cimentar y dar forma al gran proyecto impulsado por Juan Roig.