Paso atrás del Valencia CF en un partido malísimo y alarmante de principio a fin. La derrota del equipo en Eibar, lamentablemente, borra la senda de confianza que parecía haberse dibujado con la victoria con portería a cero del pasado domingo frente a Osasuna. La Champions sigue lejos, cada vez queda menos tiempo y urge levantar la cabeza de inmediato, dentro de tres días en Vila-real. Para eso esta Albert Celades y todo su cuerpo técnico.

Se veía venir

El despropósito se vio venir desde comienzo. La declaración de intenciones nunca invitó al optimismo. El Eibar tuvo la carnaza que quería con un bloque del Valencia demasiado bajo, demasiado cerca de Cillessen. Las imprecisiones en la salida se multiplicaron careciendo todos de la visión periférica necesaria para traspasar la línea de presión. Eché de menos a Hugo Guillamón.

De entrada Mangala sustituyó a Guillamón por eso de la altura. Al mismo tiempo, sin embargo, el técnico decidió prescindir de Maxi Gómez en una y otra área. Mientras tanto, Dani Parejo y Geoffrey Kondogbia por la presión de unos adversarios bien disciplinados. El Eibar dominó la mayoría de los puntos del juego con un sencillo 4-4-2 dejando en una anécdota cualquier intento de reacción visitante. Gayà por un lado y un par de acciones entre Wass y Ferran por el otro, que apenas explotaron las carencias en defensa de Fabián Orellana.

Guedes es un futbolista exquisito, pero la posición de segundo punta no parece la suya. Con ello se perdió todo lo bueno de la sociedad Rodrigo-Maxi. Tras el descanso Celades corrigió colocando al luso en la izquierda y dando minutos a Gameiro. Rodrigo volvía a tener la posibilidad de trazar sus tradicionales desmarques. No los hubo en un Valencia sin apariencia ofensiva ni criterio. El Eibar taponó los carriles interiores y atacar los extremos se convirtió en una obligación incumplida por Guedes y Ferran Torres para desequilibrar.

Personalidad

Con todo, con esa necesidad en ataque, curiosamente, yo eché en falta más que a nadie al pibe Guillamón en la defensa, añoré su personalidad y sentido del juego con sus pases verticales por los carriles interiores a Parejo o Rodrigo. La base para crear y combinar un buen fútbol.