Agonizaba el equipo de Nuno Espírito Santo mientras la única esperanza de los aficionados se concentró en la velocidad de piernas de un chico de 19 años que hasta su llegada a Valencia se había tirado un año a la bartola por negarse a renovar con el PSV: Zakaria Bakkali. El actual Valencia entristece el alma tanto como su política de fichajes en el último mercado. Por el momento, los millones invertidos por Peter Lim no han mejorado ni una sola de las posiciones del once titular de la pasada temporada. Cuando el calendario exige competir dos veces por semana en el banquillo Nuno sigue haciéndose un lío con las rotaciones. Su Valencia continúa sin tener ni idea de lo que en el baloncesto los expertos bautizaron como el ataque estático. Y a todo esto el capitán, Dani Parejo, prefiere mirar hacia otro lado tanto en el centro del campo como con el chándal puesto y los micrófonos delante. Desalentador panorama.

¿Y la autocrítica?

En días como el de ayer no hay nada que pueda calentar aún más la oreja del valencianista que volverse a casa escuchando a un entrenador que parece encantado de haberse conocido o a un capitán diciendo semejante disparate: «Estamos jugando bien». Dani Parejo dixit. El señor Espírito Santo asume los silbidos -el «Nuno vete ya» refleja el preocupante y creciente desencanto con el proyecto-, reconoce incluso que el rendimiento del equipo está lejos de lo mostrado tiempo atrás, pero se obstina en defender un camino demasiado estrecho para un club de la talla del Valencia CF. «Seguimos trabajando y el gol llegará y se demostrará que todo lo estamos haciendo bien», dijo Nuno. ¿Alguien se lo cree? Yo no y muchos de ustedes tampoco. El Valencia sólo ha anotado dos goles en cuatro partidos de Liga. Una victoria y tres empates, justo bagaje para un conjunto que limita sus habilidades ofensivas a la presión, a unos cuantos contragolpes y a la calidad de jugadores como André Gomes o Feghouli. La afición de un club como este merece mejores excusas que las paradas de Toño, las de Germán Lux o que un Betis que se queda con diez jugadores repliegue sus líneas y reduzca los espacios para el ataque de un Valencia repleto de jugadores internacionales. Desde que el fútbol es fútbol, no ganar con un futbolista más a un rival recién ascendido es una deshonra aquí y en el centro de Singapur.

Un partido de tenis

André Gomes y Sofiane Feghouli son lo mejor que puede echarse a la boca el aficionado en este comienzo de temporada. Durante los primeros 45 minutos el equipo echó de menos un timonel, un guía en el mediocampo capaz de pedir el balón, aguantarlo y parar el tiempo mientras el bloque avanza metros hacia el ataque. Sin nada de eso, un Valencia asimétrico, con Gayà sentado en el banquillo y sin profundidad en la izquierda, perdía la partida táctica hasta que André se apoderó de los espacios libres en la banda e hizo correr a los béticos hacia atrás con sus elegantes zancadas. El luso buscó los desmarques de Alcácer a la espalda de los centrales o a Feghouli en la banda contraria. Sin embargo, el guión del Valencia está ya muy visto para un tipo como Pepe Mel. La defensa del Betis tenía la lección bien empollada y apenas sufrió en todo el partido. André y el argelino Feghouli son los únicos jugadores con el talento necesario para crear peligro de la nada... No es de extrañar que, por más de medio centenar de balones centrados que pasan por el área, los delanteros se sientan más en una pista de tenis que en un campo de fútbol.

Parejo y Rodrigo

¿Dónde está el Parejo que nos dejó Valverde? Ese jugador que aprendió a luchar y a ser protagonista no sólo por su clase, innegable, sino también por el carácter que el hoy entrenador del Athletic le inyectó cuando ya se daba por perdido al de Coslada. Frente al Betis sólo apareció cuando Ceballos se marchó expulsado. Y el paso por la sala de prensa, para lo dicho, se lo podía haber ahorrado. Todo lo contrario que Rodrigo. El hispano-brasileño desaprovechó la ocasión de reivindicarse como delantero, lo que verdaderamente es, pero al menos habló sin tapujos. El primer paso para reparar un problema es reconocerlo y Rodrigo Moreno lo hizo.

Entre pitos y aplausos

De Rodrigo me quedo con esto: «La gente es exigente, los pitos forman parte del espectáculo y el que no los quiera no puede estar en el campo». En Mestalla los hay también que prefieren no exigir y aplaudir un mal espectáculo...Y es que la opinión y el bolsillo son libres.