El compañero César Izquierdo escribía en la previa del partido que el Valencia CF tendría enfrente -porque así se había manifestado hasta la fecha- al «Athletic de siempre». Ese equipo vizcaíno, de estilo rústico, cuyo corazón late al son de la grada de San Mamés y que amenaza como nadie la calma de cualquiera con balones centrados al área desde una y otra banda. El emblemático club del País Vasco, en este inicio de Liga, ha dado a todos un ejemplo de respeto a una filosofía con la que ha competido históricamente. Todo lo contrario a lo realizado por Peter Lim, bombardeando -con el solitario argumento de que él es quien pone la pasta- el camino por el que Valencia había llegado durante dos años a sus objetivos, recorriéndolo con paso acorde a la identidad que trajo éxitos en tiempos pasados. Hecho el mal, ahora el remedio está en el sentido común que aporte un entrenador contra natura en Mestalla y en un grupo de buenos jugadores que deseen conservar el estatus de campeones, que ellos mismos se empeñaron en conquistar, y seguir yendo a sus selecciones en año de Eurocopa. Ayer tanto Albert Celades como los futbolistas lo entendieron a la perfección en Bilbao.Rectificar es de sabios

Poco tienen en común, más allá del 0-1 y la solidez en defensa, las victorias de Stamford Bridge y San Mamés. En La Catedral el Valencia de Albert Celades jugó el mejor de sus partidos. Bastante mejor también que los tres primeros de la temporada a las órdenes de Marcelino García Toral. La actuación del equipo en la capital de Bizkaia evoca la versión ofrecida en los momentos más lúcidos de la primera temporada del asturiano en el banquillo. Al César lo que es del César... y, en esta séptima jornada, a Albert lo que es de Albert. A partir de hoy su reto consiste en convertir la virtud en costumbre: En ver de manera regular al Valencia de San Mamés, borrando al tiempo la imagen derrotista del Camp Nou o el desorden de los empates en casa contra Leganés y Getafe. Como en las experiencias anteriores, Celades es también el culpable número uno del rendimiento de los jugadores ante el Athletic Club. La apuesta por la naturalidad del sistema con el que más cómodos se encuentran los jugadores encontró la justa recompensa de vencer y convencer. Por la lesión de Geoffrey Kondogbia o no -nadie debe olvidar la opción de haber alineado al frágil Correia en el lateral para haber insistido en el 'trivote' con Daniel Wass al lado de Dani Parejo y Francis Coquelin-, el técnico abrió la senda del triunfo con la lectura táctica del rival y un esquema a la medida de las características de cuatro futbolistas clásicos: Ferran, Cheryshev, Rodrigo y Maxi. El gol del ruso fue una definición inmejorable de contragolpe. Ataque rápido y fluido, el juego que por estos lares funcionó desde Aragonés, Ranieri, Cúper y Benítez hasta el ya casi innombrable Marcelino. En Mestalla -no lo recordemos demasiado- la mayoría de intentos por el toque acabaron más cerca del balonmano que de otra cosa. He ahí, el Valencia-Leganés de hace sólo una semana.

La lección de Rodrigo

RodrigoEn el Botxo ganó el Valencia de toda la vida. El de un gran portero -soberbio el holandés Cillessen-, una defensa seria, un mediocampo ordenado que creció con el partido, velocidad en los extremos y un par de delanteros decisivos. Mención aparte merece la pareja Rodrigo-Maxi. El uruguayo, fichaje made in Alemany, ha sacado la fiera que lleva dentro y en el ambiente se olisquea ya que el '9' que viste Gameiro pronto será completamente suyo. Por su parte, el hispano-brasileño volvió a dar una clase magistral en la mediapunta. Desde donde conecta de verdad con Parejo, con extremos que corren, trabajan y se ofrecen como los de ayer y con el ariete. Sin duda, un acierto de Celades devolverlo al medio en lugar de alejarlo del fútbol en la banda.

El retrato de Guedes

GuedesOtro punto destacable en las decisiones tomadas por el entrenador es el de sentar a Gonçalo Guedes, suplente en las dos últimas jornadas. Fichaje estrella del máximo accionista. Tan comprensible como incomprensible no haber visto ni un minuto desde Londres hasta ayer a Denis Cheryshev. El compromiso y el juego incisivo del ruso retratan al portugués, una sombra hoy de lo que, por talento, podría ser. Aparte de llegada, el tradicional '11' tiene en su zurda uno de los mejores centros de toda la Liga.

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