Cuando uno cumple con su objetivo, sin realizar nada extraordinario, se merece un «aprobado». ¡Sin más! ¿Qué ha hecho el grupo para merecer más nota? Cuando el Valencia se colocó el tercer puesto como misión se hizo valorando el nivel de sus adversarios en la Liga, nunca se consideró una meta inalcanzable porque eso sería una pérdida de tiempo, y una vez se ha llegado al tramo final de la temporada se ve a un Valencia con el tercer puesto al alcance de la mano —a no ser que la hemorragia no se cicatrice tras el partido del sábado— pero ni se hizo una Copa del Rey digna ni el Valencia ocupa el lugar del Schalke en la Champions. ¿Conclusión? Nada extraordinario. Unai había preparado con mucha ilusión el partido contra el Madrid, el equipo había encadenado tres triunfos consecutivos —uno muy brillante frente al Villarreal y dos tirando a la basura la primera mitad, en Getafe y Almería— y era dar un paso al frente, más cuando enfrente había un rival que reunió una formación de nivel, pero novedosa y con una línea defensiva en ´prácticas´. Dar la cara habría significado un espaldarazo casi decisivo para la renovación de Unai, pero la vergüenza que se sintió en todos los rincones de Mestalla puede enterrar las opciones que tenía de seguir. Sólo Manuel Llorente sabe —si lo ha decidido ya— si el de Hondarribia va a seguir siendo el técnico, pero se ha demostrado que los plazos que él marcó para tomar la decisión son los correctos. Los estados de ánimo extremos, euforia o depresión, no son los ideales para tomar la mejor decisión, como tampoco aventurando intenciones o hacerlo antes de hora para evitar lamentaciones posteriores. Todo a su debido tiempo, pero Emery no engaña a nadie y ya se conocen sus virtudes y sus defectos.