Cuando acaba un partido empate a cero y los futbolistas del equipo local se vuelven eufóricos, celebrando con su afición el punto sin que te dé el premio de una clasificación… mal asunto. Lo hizo el Genk y esa imagen es sintomática de que el VCF dejó escapar una oportunidad de oro porque el equipo belga no espera sumar muchos puntos en la Champions. Y no me gusta confundir con estadísticas, abrumadoras a favor del VCF. Es cierto que los discípulos de Unai merodearon más el área rival, pero tampoco el meta Köteles hizo el partido de su vida; sólo Parejo lo puso a prueba, porque el acrobático remate de Rami lo escupió el palo. No es la mejor forma de iniciar una edición de la Champions, sumando un pírrico punto en el campo más débil, pero ahora urge una reacción contra los mejores del grupo. Hay tiempo y no hay que desesperarse, pero tampoco ponerse una venda en los ojos para ver problemas que deben solucionarse cuanto antes. Faltó lucidez a la hora de dar el último pase. Cuando no era un mal control era una mala entrega, si no, faltaba velocidad… siempre fallaba algo. Y menos mal que Éver sigue en el equipo, porque cuando está a tope es un auténtico espectáculo, pero sin él veo un déficit en el grupo. En su territorio puedes reubicar a Tino Costa o Parejo, pero no es lo mismo, amén de tratarse de una zona determinante en el campo. Hay que buscar remedio porque al Valencia ya no se le permiten más errores en una Champions en la que Mata sigue marcando.

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