El español Alejandro Valverde (Caisse D'Epargne) eligió la mítica montaña del Mont Ventoux para presentar su candidatura a reeditar el triunfo de la pasada temporada en la Dauphiné Liberé, con un segundo puesto que le permitió vestirse de amarillo, sólo superado por el polaco Sylverter Szmyd (Liquigas), a quien cedió el paso a escasos metros de la línea de meta.

Valverde, en una alarde de ambición y sobrado de fuerzas, dio un golpe sobre la mesa de los favoritos y se puso al frente merced a un ataque a 9 kilómetros de la cima del Ventoux que le dio una renta de 2.06 minutos sobre sus directos rivales, el australiano y ex líder Cadel Evans y el español Alberto Contador.

El campeón de España rompió la carrera en el temible puerto pelado, escenario de grandes gestas del ciclismo y también de legendarias desgracias, como la muerte del inglés Tom Simpson en 1967. Herido en su orgullo por la sanción del CONI que le puede impedir actuar en el Tour, el murciano soltó la traca para convencer de su capacidad como ciclista.

Su ataque le permitió ir recogiendo a todos los valientes que habían intentado prosperar con fugas tempraneras, hasta que se quedó en compañía de Szmyd, con quien pactó la unión de esfuerzo e intereses: la etapa para el polaco y el liderato para él.

Con el amarillo asegurado en el último kilómetro, Szmyd se quedó clavado a falta de 500 metros de la cima. Valverde miró a su compañero y amigo, esperó, frenó en la última curva y cedió una victoria a la vez que levantaba el brazo como nuevo líder.

Ambos corredores marcaron un tiempo de 4h.05.09 en los 154 kilómetros que separaban Valence del Mont Ventoux. En la tercera posición se clasificó otro corredor español, Haimar Zubeldia (Astana), a 1.10 minutos y en la cuarta el escalador holandés Robert Gesink (Rabobank) a 1.46.

Por detrás, la pelea se centraba en el duelo entre Evans y Contador, en un marcaje perenne del que se aprovecharon unos cuantos, entre ellos Valverde, aunque su superioridad fue lo que marcó la diferencia en la etapa.

Ni Evans, que llevó el peso del ascenso, ni Contador, siempre a rueda y algo justo de forma, perdieron los nervios por la fuga de Valverde. Como si la Dauphiné fuese un negocio entre los dos. El australiano se dejó en meta 2.10 y el de Pinto 2.13.

Un aviso de Valverde, empeñado en demostrar al Tour de Francia que merece estar el próximo 4 de julio en la salida de Mónaco. A falta de la etapa reina del sábado, con el Galibier y la Croix de Fer en el recorrido, la carrera está por decidir. El jefe de filas aventaja en 16 segundos a Evans y en 1.04 a Contador. El Ventoux decidió que los tres corredores son los candidatos al triunfo final en Grenoble.

La etapa desprendió nervios desde el principio, con continuos ataques controlados por el pelotón. En el kilómetro 42 formaron la fuga buena los españoles Arrieta (AG2R) y Alan Pérez (Euskaltel), el belga Willems (Liquigas) y el francés Christophe Kern (Cofidis).

El cuarteto aguantó el viaje hasta que se presentaron las primeras rampas del Mont Ventoux. Alan Pérez fue el primero en descolgarse y se marcharon por delante Arrieta y Kern.

La ofensiva de Valverde terminó con la ilusión del pelotón de los modestos. Uno a uno fueron viendo como pasaba el vencedor de la Vuelta a Cataluña como un obús. El trabajo del Liquigas tuvo la recompensa de colocar a Szmyd en cabeza de carrera.

Faltaba repartir la recompensa en un escenario lunar, que se convierte en un horno cuando el calor aprieta. Los dos protagonistas acabaron contentos, el polaco con la golosina de ganar en la cima que será protagonista del Tour el próximo 25 de julio y Valverde con el maillot de líder y la lección para todos aquellos que aún quieran confiar en su calidad.

Mañana se disputa la sexta etapa entre Gap y Briançon, de 106 kilómetros.