La poderosa selección española, que cuenta con tres de las bazas que más suenan para el triunfo final, Oscar Freire, Samuel Sánchez y Alejandro Valverde, no quiere que se repita mañana en Mendrisio el fiasco del año pasado en Varese (Italia), donde malas decisiones en los momentos decisivos la privó de entrar en el podio y, probablemente, ganar un nuevo mundial.

Con el único tricampeón mundial en activo, el vigente oro olímpico y uno de los mejores clasicómanos de la actualidad, que además llega de ganar la Vuelta a España, España no se puede permitir las dudas y los errores del últimos campeonato del mundo, donde todas las miradas se dirigieron a Valverde una vez concluida una carrera pésimamente gestionada en el momento de la verdad.

Precisamente ha sido el murciano, gran protagonista de la semana, el que hizo la llamada más fuerte a la unidad en una comparecencia de todo el equipo previa a la carrera: ""Tenemos que tener unión al final entre los tres porque lo importante es que gane España", dijo ante sus compañeros, entre los que Samuel estuvo muy reflexivo.

El asturiano espera "sinceridad entre todos" y "confianza en la táctica del seleccionador" para poder repetir los éxitos de los cuatro títulos de este equipo en los últimos diez años: los de 1999, 2001 y 2004 de Freire, y el de 2003 con Igor Astarloa.

Cuatro años seguidos sin ganar, aunque casi siempre estando en la pelea, son muchos para la selección más envidiada de cara a la carrera que pone colofón a los grandes compromisos del curso.

Si es verdad que "el error del año pasado no va a volver a ocurrir este año", como ha asegurado el nuevo seleccionador, José Luis de Santos, España tendrá mucho ganado.

Las dudas al respecto, aparte de lo que vayan dictando el desarrollo de la carrera y los rivales, se centran en el papel de Freire, la principal referencia de la última década y a quien De Santos tiene reservada una labor más de 'outsider' que de jefe de filas, papel destinado a Valverde con Samuel como segunda opción.

Si los tres gestionan bien las situaciones cruciales, fundamentalmente las decisivas del final, sus rivales lo tendrán más que complicado. Incluso la potente Italia, aún sin Paolo Bettini y Davide Rebellin.

Damiano Cunego demostró en la Vuelta que llega pletórico y con la chispa final de sus mejores días, Alessandro Ballan ya fue capaz de aprovechar su oportunidad en 2008 y De Santos quiere tener bien vigilados a Luca Paolini, Stefano Garzelli y Michele Scarponi.

Pero el 'partido', aunque lo parezca, no tiene que ser solo un España-Italia, sino que Suiza, en casa, también quiere jugarlo. Para ello cuenta con un Fabian Cancellara extramotivado y desatado, como demostró en la contrarreloj cumpliendo la mitad de su sueño de doblete en su país y ante su entregada afición. También Michele Albasini llega con expectativas.

Otros hombres a los que mira de reojo España, y con ella todo el pelotón, son los hermanos luxemburgueses Andy y Frank Schleck, a la espera de cómo habrán preparado la cita, y el australiano Cadel Evans. Es decir a sus rivales de siempre, dada la tremenda dureza del circuito de Mendrisio.

También de corredores como el checo Roman Kreuziger, el australiano, Simon Gerrans, el francés Sylvain Chavanel o el belga Philippe Gilbert se esperan cosas.

De todos modos, lo exigente y selectivo del recorrido parece tener reservadas plazas de honor solo para los mejores. No en vano serán 19 vueltas a un circuito en el que cada paso será, como recordó Samuel, como haber subido un puerto.

En total 262,2 a un circuito de 13,8 con dos subidas importantes, una de ellas de casi dos kilómetros y con un tramo al 12 por ciento, y una bajada por de casi cinco muy técnica por carretera estrecha. Que no haya terreno de descanso entre el final de la bajada y la segunda ascensión, la más dura, aumenta aún más su dificultad.

Más duro sería aún si lloviese, que es posible, aunque lo que se prevé es la vuelta al buen tiempo de los primeros días, pero con menos calor.

Por cierto en esa segunda subida, los corredores de la selección se van a sentir como en casa, ya que unos aficionados llegados desde Madrid, de la peña Ciclomundial, han llenado la carreteras con sus nombres, intercalados entre banderas españolas pintadas sobre el piso.