Está claro que la de Andy Schleck con la Vuelta no es una historia de amor. Más parece de terror. Ya comenzó mal ya en 2009 con su temprana retirada y peor ha continuado en 2010, expulsado de la carrera no por la organización sino por su propio director, que ha considerado inaceptable el comportamiento nocturno de su más brillante pupilo.

"Del bar a casa", ha debido decirle, o algo así, Bjarne Riis a su corredor estrella, que se ha dejado ver en locales y a horas que no parecen las más adecuadas para quien al día siguiente tiene que competir. No era el único, ni tampoco su compañero Stuart O'Grady, asimismo expulsado, pero no todos acaban contrato este 2010 en el Saxo Bank y alguno ha salido indemne.

"Reconozco que he roto una regla en el equipo por ir a tomar una copa después de cenar y por esa razón Bjarne ha decidido enviarme a mí y a O'Grady a casa. Yo soy responsable de mis actos y, aunque creo que es demasiado dura la decisión, respeto que Bjarne es el jefe y que tiene que hacer lo que él piensa que es lo mejor", ha reconocido el corredor a 'Cyclingnews'.

Un 'mea culpa' así huelga muchos más comentarios y no hace sino reflejar con crudeza la disposición con la que ha llegado el segundo mejor corredor del mundo en carreras por etapas a la Vuelta en cada una de sus participaciones.

En la primera se fue a casa en la octava jornada, cuando ya su presencia no decía nada, ante el estado de forma en que se presentó y las nulas opciones de hacer algo interesante que tenía.

En este año se le esperaba más, aunque fuese poco. Sobre todo porque su hermano mayor, Frank, sí partía con intenciones en Sevilla, después de su caída en el Tour. Y que, disputada ya la décima etapa, a las puertas de la alta montaña, sigue con opciones.

Durante días se ha elucubrado con un hipotético apoyo en los días claves del hermano pequeño, el más talentoso, al mayor, que en otras ocasiones se ha dejado la piel por Andy. Pues va a ser que no, porque el gran rival de Alberto Contador no ha hecho sino ahondar en su nulo interés por una carrera que sus organizadores están relanzando a base de devanarse los sesos.

Y que probablemente no vuelvan a estar interesados en una figura que, aunque sí puedan 'venderla' en la salida, en cuanto llega la primera cuesta les deja en evidencia.

No necesita la Vuelta comportamientos así para recuperar brío. Y actuaciones como las de Andy Schleck no parecen propias en un corredor del estatus de un segundo clasificado en dos ediciones consecutivas del Tour.

Sí puede ser septiembre un mes para bares, chiringuitos y/o discotecas. Y más en el Mediterráneo. Incluso, en algunas ocasiones, para ciclistas. Pero, eso sí, estando de vacaciones.