Cientos de personas recibieron en la tarde del pasado domingo en el centro de Bocairent a Víctor Cerdá, artífice de La Victoriosa, un reto deportivo, personal y solidario de 300 kilómetros en tres días que realizó para dar a conocer el síndrome de Rett. Este ultrafondista de Vallada lo ideó para apoyar a su amigo Josele Ferre, cuya hija María, de 12 años, sufre esta rara enfermedad que le causa una elevada discapacidad, y a los que ayuda con diferentes proyectos para «empujar el carro» y recaudar fondos para la investigación.

El último lo inició el viernes en Andilla. Allí Víctor empezó a recorrer el sendero de gran recorrido GR-7, que atraviesa de norte a sur la provincia de Valencia, acompañado en los 30 primeros kilómetros por Josele, quien el domingo se les volvió a unir junto a María poco antes de entrar en Bocairent, donde desataron un cúmulo de emociones al ver cómo cada vez se les juntaba más gente, desde los clubes deportivos, a las amas de casa repartiendo buñuelos y a los escolares con pancartas alusivas al reto. «Fue una sensación indescriptible, muchos detalles de grandeza humana, aplaudiendo lo que nadie había hecho antes y que Víctor se atrevió a hacer en tres días», comentó Josele, que se abrazó con el verdadero artífice del reto, cuyas piernas sufrieron los arañazos de los descuidados senderos de esta ruta, y cuyos pies le ardían el domingo tras mojarse por la lluvia que embarró los caminos. Pese a todo, Víctor comentó haber vivido «una carrera muy gratificante, y dura, pero que merecía la pena para dar a conocer la enfermedad de María», y tildó de «espectacular» el tramo entre su pueblo, Vallada, donde dejó la compañía de Raúl Zurriaga, que le ayudó a no perderse durante 270 kms y le hizo de compañia en los peores tramos, hasta Bocairent.

Josele agradeció el esfuerzo de mucha gente que «sin esperar nada a cambio» ha colaborado con en este reto «gracias a la fortaleza física y mental de Víctor», que tras conocerle a través de internet (mimundorett.com) ha movido cielo y tierra para su causa, mientras piensa ya el siguiente para 2012. Y es que la sonrisa de María no tiene precio. «Para ella correr es un estímulo, y cuando está en el carrito se le van todas las crisis y le entra una sonrisa de oreja a oreja. Cuando ve a Víctor hasta le hace ojitos», confiesa su padre, que asegura que La Victoriosa le ha llegado al alma. «Es sin duda lo más espectacular que hemos realizado nunca».