—¿Qué hace una mujer como usted, que ha hollado las 14 cumbres más altas del planeta, en una ciudad al nivel del mar como Valencia?

—Hay que saber estar en todos los sitios. Ahora mismo vivo en San Sebastián y soy una mujer a la que le gusta mucho el mar. Estoy enamorada de la montaña pero también disfruto en la playa. Después de terminar los 14 ochomiles, hago diferentes tipos de conferencias, explicando el proyecto pero también me gusta que conozcan más a la Edurne deportista y a la persona que un buen día decide iniciar un reto como los 14 ochomiles.

—Un proyecto que acabó en 2010. Desde entonces le habrá dado tiempo a analizarlo detenidamente…

—Ha habido de todo. Y ha sido un año muy raro. Cuando terminas un proyecto tan grande como este, de nueve años, en el que habido momentos buenos y malos, en los que decides tirar la toalla y otros en los que recuperas la motivación, me venía un poco de vértigo. Tras estar sólo enfocada en esto y terminarse, decir: ¿ahora qué hago? No ha sido fácil, pero hay muchísimas otras cosas para hacer en la montaña, otros miles de proyectos.

—¿Es agua pasada la polémica con la coreana Oh Eun-Sun?

—Sí. La verdad que terminar los 14 ochomiles con una polémica así, no me lo había imaginado nunca. Ha sido una manera rara y nada buena para el alpinismo. Este tipo de cosas siempre hacen más mal que bien, pero ya se ha terminado, incluso antes de lo que esperaba. Es verdad que la misma Federación Surcoreana puso las cosas muy claras y ayudó desde el principio.

—Y además, subió los 14 ochomiles sin necesidad de utilizar oxígeno.

—Todos sin oxígeno, excepto en el Everest, en 2001, que fue mi primer ochomil. Lo utilicé porque sólo un dos por ciento de los que suben lo hacen sin él. Era el primero. Soy del norte, pero tanto no…, así que decidí usarlo.

—¿Se ha planteado repetir los 14 otra vez, como Juanito Oiarzabal?

—Ni loca. Esto era un proyecto, conseguir que una mujer alcanzara los 14 ochomiles y lo terminara. Y ya está. Volver ahora para mí sería perder el tiempo. Hay mil sitios y mil cosas para poder escalar en el mundo.

—¿El suyo es un deporte duro, trágico y quizá poco reconocido?

—Sí. Poco reconocido, pero no me quejo porque los medios de comunicación han cambiado mucho y antiguamente sólo se hablaba de montaña cuando era trágico y alguien moría en el Himalaya o en los Picos de Europa. Afortunadamente este concepto ha cambiado y se empieza a hablar de los éxitos. No es un deporte mediático, porque es muy difícil retransmitirlo. En mi primera expedición mandábamos una carta al campo base con una persona que bajaba corriendo a un pueblo y al correo. De esto sólo hace diez años y aunque la tecnología ha dado un gran salto adelante, hacer un directo por televisión desde una cumbre, se puede hacer, pero es muy muy costoso. Esto no es fútbol.

—¿Por eso es tan importante la labor de divulgación que hace, como el pasado martes en Requena?

—Sí. Es ir poco a poco. Ahora con las redes sociales, con la televisión y un programa como ‘Al filo de lo imposible’ se va dando a conocer más. Fuera de España nos dicen que aquí se habla mucho de montaña, y somos afortunados, y esto en parte es también gracias a los medios de comunicación.

—Por contra, polémicas como las de Juanito en el descenso del Lothse no ayudan. ¿No se ponen muchas zancadillas entre compañeros?

—Eso son cosas que pasan y no sabes por qué. A mí aquello me pilló sorprendida, como creo que a todo el mundo. En ese momento tienes que cerrar el libro rápidamente, porque no es bueno ni para Pasaban ni para Oiarzabal ni para el alpinismo en general que pasen estas cosas, tampoco en fútbol. Los deportistas tenemos que dar unos valores a la juventud, ser un referente de valores positivos y no tirarnos de los pelos por tonterías.

—¿A los niños y niñas que os ven y que un día sueñan con emularos de mayores qué les dirías?

—Pues nada, que hagan con su vida lo que les guste y que no quieran ser un referente de nadie. Veo a mis sobrinos y quieren ser jugadores de fútbol. Es normal. Pero tenemos que hacerles entender que sean lo que ellos quieran y que disfruten. Ojalá nos salga un buen futbolista o un buen escalador, pero que sea porque ese chaval así lo ha decidido y se divierte con eso. Y para empezar en la montaña, acercarse a sitios donde te puedan enseñar, y lo que siempre digo, que hay que ser humilde para estar abierto a aprender de la gente.

—¿Le gustaría que sus futuros hijos calcaran la carrera de su madre?

—Nunca se sabe. A mis hijos seguro que les llevaré al monte como llevo a mis sobrinos, de 2 y 3 años, y los llevo en la mochila. Pero ellos decidirán. Igual me salen… yo qué sé, vete a saber…

—¿Qué salud tiene el alpinismo español ahora mismo?

—Yo creo que es buena. Hay muchas cosas para hacer y un potencial muy grande. De hecho, a los españoles cuando vamos fuera nos dicen: estáis en todos los sitios. Y eso que no venimos de los Alpes. Aquí tenemos los Pirineos, Sierra Nevada, picos de tres mil y pico metros, no tenemos más. Y la gente se pregunta cómo puede haber tan buenos alpinistas y escaladores en un país que siempre se relaciona con sol y playa. Creo que tenemos un gran potencial. En Valencia también hay mucha afición.