El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, y el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach, ignoraron la gigantesca crisis política de Brasil y los enormes retrasos en los preparativos de los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro del próximo agosto.

Ambos mandatarios participaron de la ceremonia de bienvenida a la llama olímpica a la sede de la ONU en Ginebra en su camino hacia Brasil, un acto que también sirvió para entregar la Copa Olímpica a la ONU.

Del evento también participaron autoridades políticas y olímpicas brasileñas que ensalzaron a su nación, lo que va a ofrecer durante la cita olímpica y el legado que va a dejar para las futuras generaciones.

Ni Ban ni Bach hicieron referencia a la crisis política y económica en el gigante sudamericano -cuyo Parlamento está llevando a cabo un proceso de destitución de la presidenta, Dilma Rousseff- que ha sumido al país en una enorme división social y en una profunda recesión.

No obstante, en un breve encuentro con la prensa a posteriori y consultado al respecto, Ban definió la situación de Brasil de "dramática". "Estoy siguiendo lo que ocurre en el país muy de cerca. Espero que todo esto se resuelva lo antes posible y que el proceso se haga de forma transparente en concordancia con el orden constitucional", afirmó Ban.

Por su parte, Bach dijo que esperaba que los Juegos "logren unir a los brasileños que están enfrentando una situación muy difícil y profundas divisiones en este momento.Espero que los Juegos sean una gran oportunidad para que los brasileños muestren sus valores compartidos y estén orgullosos del gran trabajo realizado por el Comité organizador", agregó el presidente del COI.

La semana pasada, durante un evento de evaluación de los preparativos, Bach dijo que el contexto en que se realizarían los juegos era "sin precedentes".

De hecho, de esa evaluación técnica surgió que sólo los estadios están listos y que, según los cálculos más optimistas, obras de infraestructuras claves, como el metro o el carril de autobús, sólo estarán listas días antes de la inauguración del evento.

A pesar de ello, hoy el presidente del comité olímpico brasileño, Carlos Arthur Nuzman, prometió que "están listos para hacer historia". No obstante, Nuzman asumió la existencia de problemas al decir que los brasileños "se hacen más fuertes al enfrentar obstáculos. Brasil siempre sale de los problemas más fuerte que antes", repitió.

Similar discurso ofreció el ministro de Deporte de Brasil, Ricardo Leyser, quien afirmó que "cuando más grandes los desafíos mayor será el legado". Leyzer prometió que las obras realizadas se han hecho "con total transparencia y control", y que Rio será tras los juegos "un mejor lugar para vivir y visitar".

Una de las principales constructoras encargadas de las obras ha sido imputada por corrupción y la Fiscalía brasileña ha anunciado esta semana que su próximo foco son, precisamente, los contratos firmados para realizar las infraestructuras relacionadas con el evento.

Por otra parte, algo que fue saludado por todos los presentes fue la conformación de un equipo de atletas refugiados que participará en igualdad de condiciones con el resto de naciones.

"Me complace la participación del equipo de refugiados. Aunque lo que ellos quieren son soluciones definitivas para los conflictos de donde provienen. Quieren paz", recordó Ban.

El secretario general ensalzó los "valores compartidos" que a su entender defiende la ONU y el COI por igual, y agradeció encarecidamente que la institución que dirige haya obtenido por segunda vez la Copa Olímpica.