El brasileño Ygor Coelho de Oliveira sabe que las medallas olímpicas están prácticamente fuera de su alcance, pero sonríe de oreja a oreja porque su participación en los próximos Juegos es ya una victoria.

No le faltan motivos para sonreír, es el primer jugador de bádminton de este país en clasificarse para unos Juegos Olímpicos por méritos propios, algo que adquiere la magnitud de una proeza al tener en cuenta que aprendió este deporte casi desconocido en Brasil en una favela.

"Cuando les decía a otras personas a qué jugaba, me decían 'bad ¿qué?' Lo confundían con squash o con tenis de playa", recuerda en una entrevista con Efe el joven de 19 años, para quien es un "orgullo" pertenecer a una favela, el Morro da Chacrinha, una barriada pobre que se ubica a once kilómetros del Parque Olímpico de Río de Janeiro.

Ygor dio sus primeros raquetazos a un volante a los tres años de edad, dentro de una piscina vacía que su padre, Sebastião Dias de Oliveira, había construido en la azotea de su casa y donde estableció una escuela social de bádminton para los niños de la favela.

El padre de Ygor decidió abrir esa escuela, que pagó con dinero que ahorró en sus primeros empleos, con el propósito de ayudar a los niños a evitar las penurias que él sufrió "en una infancia que fue más difícil de lo que alguien pueda soportar".

Sebastião cuenta que fue internado a la fuerza en un orfanato, porque su madre era empleada doméstica en la casa de un ministro de la dictadura que quería "librarse" de él.

A partir de los 12 años, cada vez que salía del orfanato de vacaciones, trabajaba con su madre recolectando cartón y aluminio en el vertedero de Gramacho, ahora clausurado, donde, relata, tuvo que "disputar restos de comida con los buitres" para sobrevivir.

Años después, hizo un curso de chapista y se formó en educación física y, con los ahorros que acumuló en sus primeros trabajos, decidió poner en marcha su escuela, llamada Miratus.

En un primer momento pensaba dedicarla a natación, un deporte que él practicó en el orfanato, aunque cambió de idea cuando un profesor italiano, un colega de trabajo en un colegio, le enseñó una raqueta y un volante de bádminton.

De Oliveira asegura que su principal objetivo es "hacerle competencia al narcotráfico" a través del deporte, brindándole una alternativa a los niños de las barriadas pobres que, engatusados por el dinero fácil, acaban en manos de las bandas criminales.

"Los niños en la favela extienden la mano y piden ayuda y quien le extiende la mano es el narcotráfico. (...) Yo estoy ansioso por coger las manos a esos niños antes que los traficantes", explica.

El propio Ygor ha perdido amigos en las guerras de narcotraficantes que siguen vivas en decenas de favelas cariocas.

"Perdí amigos por las drogas. A unos los mataron, otros se volvieron bandidos", relata el joven deportista, que confía en que el proyecto de bádminton sirva como "una oportunidad de cambiar de vida" para otros jóvenes.

"Yo ahora soy un ejemplo para los niños, porque salí de una favela, luché, trabajé y ahora estoy dentro de unas Olimpiadas. ¿Por qué no otros niños de otras favelas de todo Brasil pueden hacer lo mismo? Existen dos caminos en la favela, el camino del narcotráfico y el camino del bien, del trabajo", afirma Ygor.

Los alumnos del Miratus han ganado 30 títulos en campeonatos panamericanos, 20 sudamericanos, tres europeos y han matriculado a los Juegos Olímpicos a Ygor, el único brasileño que ha logrado clasificarse por su puesto en el ránking mundial, y a la joven Lohaynne Vicente, clasificada como mejor de Brasil, en condición de país anfitrión.

El éxito de la escuela, que ahora se ubica en un pabellón con cuatro canchas, se explica, en parte, por el método de entrenamiento desarrollado por De Oliveira, que usa pasos de samba para que los niños, divirtiéndose, aprendan los movimientos de pies del bádminton.

Pero para dar el salto al deporte de elite la samba no fue suficiente e Ygor también pasó una temporada en un club de Dinamarca, donde aprendió con uno de los mejores jugadores del mundo, Hans-Kristian Vittinghus, además de con otros técnicos.

En los Juegos de Río, el objetivo de Ygor es hacerse un hueco entre los 20 primeros, algo para lo que espera contar con el apoyo "masivo" del Morro da Chacrinha, la favela del bádminton.

Además pretende aprovechar cada minuto en la Villa Olímpica para conocer a ídolos como los tenistas Novak Djokovic y Rafael Nadal, que ahora serán "iguales" a él, "atletas olímpicos".

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