Los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 propiciaron, desde su elección como sede en 1986, la potenciación del deporte español al más alto nivel y las 22 medallas conseguidas por la delegación española, todavía récord absoluto, abrieron un camino de éxitos que ha llevado a los deportistas nacionales a creerse y a verse en la cima de las distintas disciplinas olímpicas y a dejar atrás desde entonces las últimas posiciones del medallero.

Cuando el 17 de octubre de 1986, en Lausana (Suiza), el entonces presidente del COI Juan Antonio Samaranch anunció que los XXV Juegos Olímpicos tendrían lugar en la 'ville de Barcelona' el deporte español se preparó para ser un buen embajador y anfitrión de los valores olímpicos hasta el punto de sorprender con esas 22 preseas que no han sido todavía igualadas.

Un éxito rotundo, el deportivo, que sumado a las gestas de las otras delegaciones, a la organización e implicación de la ciudad de Barcelona en todos sus estamos, junto a la transformación urbanística que vivió la capital catalana, hicieron proclamar con posterioridad a Samaranch que Barcelona había tenido los mejores Juegos Olímpicos de la historia.

Un motivo que llevó a España a lograr 22 medallas en unos Juegos tan disputados fue la creación de la Asociación Deportes Olímpicos (ADO) y la puesta en marcha del Programa ADO en 1988, que becaba y premiaba a los deportistas nacionales así como ayudaba a su formación y progresión. Un plan vigente todavía y que sin duda contribuyó a catapultar, junto al escenario y a la afición, al olimpismo español en Barcelona '92.

Con la colaboración del Comité Olímpico Español (COE), el Consejo Superior de Deportes (CSD) y Radio Televisión Española (RTVE), ADO empezó su andadura y pulió el talento español. Hasta los Juegos de Seúl 1988 España había logrado 26 preseas en 16 ediciones, y en Barcelona llegaron a las 22 --13 de Oro, 7 de Plata y 2 de bronce-- para deleite de la delegación y afición, que llenó las instalaciones del Anillo Olímpico y resto de sedes.

Esa bisagra que fueron los Juegos Olímpicos de Barcelona para los deportistas nacionales queda demostrada con las medallas que, desde entonces, se han logrado en seis ediciones; 100. Sumando las de Barcelona, 122 en siete Juegos. Así, la media antes de Barcelona era de 1,625 medallas por cada campeonato, y tras Barcelona asciende hasta las 17,428.

Tener al alcance de cada uno el podio olímpico, y poder saborear el oro incluso más que la plata o el bronce, hizo abrir los ojos a las futuras generaciones. La delegación española de Barcelona '92 tenía campeones mundiales o europeos en varias disciplinas, pero ganar en casa una medalla olímpica fue su mayor gesta. Y, con esos triunfos, dieron paso a futuras generaciones que se acostumbraron a luchar por ganar y no a competir por competir.

En Atlanta 1996 el medallero bajó a 17 preseas y en Sydney 2000 España tocó el fondo en la época más moderna con 11 metales. Pero lejos de diluirse el efecto Barcelona'92 sucedió que se dio paso a una regeneración natural con los genes del triunfo integrados en los deportistas que sumaron 20 medallas en Atenas 2004, 18 en Pekín 2008 o 17 tanto en Londres 2012 como Río de Janeiro 2016.

Para Tokio 2020 se espera de nuevo una presencia masiva de deportistas españoles que sigan luchando, cuanto menos, por igualar esa buena cifra en los dos últimos Juegos Olímpicos. Con deportistas ya consagrados como la nadadora Mireia Belmonte, el piragüista Saúl Craviotto o el tenista Rafa Nadal, más las selecciones masculina y femenina de baloncesto, Carolina Marín en bádminton o la savia nueva del atletismo son algunos de los nombres que podrían alargar este buen momento del deporte olímpico español que empezó en Barcelona 1992 ahora hace 25 años.