Javier Fernández (Madrid, 15 de abril de 1991) pondrá fin en 2019 a una carrera deportiva brillante, pero también corta por la exigencia del patinaje sobre hielo, una disciplina 'desconocida' en España hasta su irrupción, labrada con mucho sacrificio lejos de su familia y en una de las cunas de este deporte como Canadá, que le ha permitido ser considerado con un lugar de honor y como pionero de la mejor historia del deporte español.

El madrileño, que el año que viene cumplirá 28 años, una edad 'veterana' para un patinador, lo dejará tras cumplir el último gran sueño que le quedaba, el olímpico. El 17 de febrero de este año, en la localidad surcoreana de PyeongChang, Fernández se colgaba un ansiado bronce, el mismo que hacía cuatro años se le había escapado por décimas y que sin embargo le propulsó hacia el definitivo estrellato.

La presea olímpica era lo único que le faltaba al español en un ya enorme palmarés labrado a base de sacrificio y lejos del país que le vio nacer. Y es que no es el patinaje sobre hielo un deporte que tenga una gran tradición en España, donde apenas hay pistas ni licencias federadas en comparación con las grandes potencias mundiales.

Javier Fernández supo convencer con su calidad que era un diamante por pulir, pero tuvo que buscar en el extranjero las opciones para hacerse una realidad. De momento, su figura ya ha hecho que empiecen a surgir otras como Javier Raya, Felipe Montoya, Sara Hurtado, Celia Robledo o Luis Fenero, que también se han marchado fuera a mejorar y que poco a poco se van consolidando y poniendo su nombre en el panorama internacional como es el caso de Hurtado que, junto a Kirill Khaliavin lograba hace unos días una histórica plata en la modalidad de danza.

Este madrileño de Cuatro Vientos descubrió el patinaje sobre hielo con apenas 6 años gracias a su hermana Laura, que acudía a clases. Una vez con el 'gusanillo' dentro, descartó otros deportes más populares para centrarse en este de escasa tradición en España y convertirse pronto en el mejor de España ayudado por la dirección de Carolina Sanz, su primera entrenadora, y pese a no gustarle 'demasiado' trabajar.

A partir de ahí, comenzó su periplo lejos de Madrid, su familia y de los estudios. Primero se tuvo que ir a Jaca (Huesca), luego a Andorra y finalmente al otro lado del charco, a Nueva Jersey (Estados Unidos), junto al prestigioso técnico ruso Nikolai Morozov, que también le llevó a Rusia.

Su relación con Morozov no fue demasiado extensa en el tiempo y fue entonces cuando se topó con Brian Orser, excampeón del mundo y doble medallista olímpico. El canadiense, entrenador también de Kim Yuna y Yuzuru Hanyu, sí supo sacarle el máximo partido al madrileño, que se mudó a Toronto para dar el salto definitivo de calidad y no parar desde ese momento.

Javier Fernández descubrió el patinaje artístico a los españoles. Se hizo el amo de Europa sin encontrar resistencia, encadenando hasta seis títulos consecutivos desde 2013, pero supo también codearse con los mejores del mundo, sobre todo a partir del disgusto de Sochi 2014 donde poco más de un punto le privó de un bronce, que fue para el tristemente fallecido Denis Ten.

Pero ese revés fue una plataforma desde la que comenzó a extender su palmarés más allá del Viejo Continente. El bronce mundialista de 2014, apenas un mes después de los Juegos, fue la primera piedra, y Fernández no paró en su ambición y, pese a entrenar junto al mejor de su época, su amigo Yuzuru Hanyu, fue capaz de encadenar dos oros mundiales en 2015 y 2016 batiendo al espectacular patinador japonés, lo que hizo aumentar la expectativas para PyeongChang 2018 donde por fin se sacó una espina clavada con el bronce olímpico.

Capaz de interpretar al pirata Jack Sparrow, a un superhéroe, al Quijote o a Charles Chaplin, valores artísticos junto a la música a los que da máxima importancia para su patinaje, donde, en lo técnico, destaca su cuádruple Salchow, su mejor y más representativo salto, la gloriosa noche de PyenonChang ya le había indicado que su recorrido en este deporte estaba llegando a su fin y su renuncia al Mundial de Milán fue una prueba más de la exigencia a la que le había llevado el conquistar sus sueños.

Ahora, este pionero en el mundo del deporte español, como lo fueron Severiano Ballesteros o Ángel Nieto hace años o Carolina Marín y Lydian Valentín en la actualidad, se dedicará a hacer crecer su deporte en España, el país del que se tuvo que marchar para convertirse en uno de los mejores deportistas españoles de la historia y al que le costará encontrar el enorme hueco dejado por el madrileño.