La vida de Marta Ferrer, una joven valenciana de 22 años estudiante de INEF, cambió de repente hace poco más de un mes. Un día, mientras leía el periódico, un anuncio le llamó la atención. En él salía Ander Mirambell, el único representante olímpico que ha tenido España en la modalidad de skeleton; y decía algo así como: «Ander Mirambell busca equipo olímpico». Marta, deportista desde pequeña en judo y sóftbol, conocía la modalidad de verla por la tele, pero como es lógico nunca se había planteado probarla. Sin embargo, al ver el anuncio, se dijo a sí misma: «¿Y por qué no?». Hoy, un mes después, se encuentra en Innsbruck, Austria, como uno de los seis seleccionados para confeccionar un equipo olímpico español, que constará de un chico y una chica, y cuyo objetivo será clasificarse para los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín 2022.

Marta Ferrer, miembro del equipo español de Skeleton

Marta Ferrer, miembro del equipo español de Skeleton

«La verdad, es que no me esperaba que me llamaran porque buscaban, según ellos, gente veloz, que llegara del atletismo, del rugby. Yo, veloz veloz no soy, pero me dije que por probarlo no iba a perder nada y a la semana me escribieron diciéndome que les había gustado mi perfil y que querían conocerme más en Sant Cugat», relata aún algo incrédula Marta. Casi de un día para otro, se encontraba en un Centro de Alto Rendimiento (CAR) aprendiendo desde cero un deporte no solo complicado, sino peligroso. «Suelen decir que estoy un poco loca», confiesa la valenciana.

Para los poco iniciados en el skeleton, se trata de una modalidad de deporte de invierno en la que los participantes descienden por un circuito en forma de tubo de hielo, subidos a un pequeño trineo y con la única protección de un casco parecido al de una moto. Se alcanzan velocidades superiores a los 100 kilómetros por hora y el riesgo de accidentes siempre está presente, por lo que no todos valen ni si quiera para intentarlo.

No es el caso de Marta, que apenas se había subido al trineo y ya estaba emocionada con él. «El primer día hicimos test de saltos, propiopepción y control corporal. Y por la noche, entrevistas y algún juego para conocernos mejor entre nosotros. Al día siguiente, hicimos las pruebas de velocidad y fuerza por la mañana y por la tarde de cuello, de equilibrios y técnica de trineo», describe Marta cómo fueron esos días en el CAR de Sant Cugat.

«El trineo me gustó mucho. Lo que más. Y, creo, que se me dio bastante bien. No me gusta juzgarme, pero creo que se me dio bien. Las pruebas fueron en una recta de atletismo en el CAR, sin cuestas. Nos enseñaron a correr con el trineo y a colocarnos sobre él para empezar el descenso. Éramos once y nos seleccionaron a seis, tres chicos y tres chicas», cuenta Marta, que desde el principio destacó sobre el trineo y se ganó un hueco en la siguiente concentración en Innsbruck.

En tierras austriacas iban a llegar las primeras emociones fuertes de verdad. El primer contacto con el hielo. Apenas llevaban unos días familiarizándose con el deporte y ya se iban a poner a casi 100 kilómetros por hora, pues las primeras bajadas iban a ser algo más reducidas para evitar complicaciones. «La primera bajada es la que más impresiona, pero también la más divertida. Luego, ya vas pensando en lo que tienes que hacer para llevar el trineo por donde toca y no es lo mismo», asegura Marta.

La valenciana parece aprender rápido y ha sido la primera de las chicas en completar el circuito entero. «La verdad es que la velocidad que se coge impresiona. He llegado creo a 106 kilómetros por hora», dice como si nada. Aunque también ha conocido ya los peligros del skeleton. «Lo más difícil es salir del kreisel -curva de 360 grados- porque la velocidad hace que tu cabeza se golpee contra el suelo. A mi ya me ha pasado», confiesa.

En definitiva, una historia, la de Marta Ferrer y el skeleton, que ha empezado de forma inesperada hasta para la propia protagonista, pero que ya está dando sus frutos y que promete alegrías en el futuro. En SUPER estaremos atentos.