Que hay que tener cuidado con lo que se desea, que puede llegar a hacerse realidad, es una lección que prácticamente todo el mundo supera, pero que la vida suele enseñar más tarde. Víctor Ruiz Ibáñez lo ha aprendido esta cuarentena. Con solo 12 años ha descubierto que quedarse en el sofá jugando a la Play puede llegar a ser aburrido. Lo explica sin dramas, pero sin paños calientes, dando él, desde su preadolescencia encerrada, una lección a los adultos. Una de muchas. En el ecuador de la tercera semana de encierro, 14 niños de edades y ciudades distintas toman, al fin, la palabra. Que lo que les toca, si viven en España, al menos, es quedarse en casa, lo tienen claro. Pero ¿cómo viven esta situación ellos, con sus ojos, no con los de sus agobiados padres?

Víctor regala otra lección que dinamita los prejuicios adultocéntricos sobre la edad del pavo. Lo primero que hará cuando pueda salir a la calle, cuenta, es darles un fuerte abrazo a sus amigos y hablar sobre cómo han vivido todo esto. Abrazarse fuerte y explicarse cómo se sienten cara a cara, sin pantallas de por medio. 12 años. Su hermana mayor, Clara, de 15, no se queda atrás: "He aprendido que puedo ser más paciente de lo que pensaba". Y continúa: "no solo con mis hermanos, sino con mi familia en general, ya que al estar todos juntos, puede ser bastante estresante".

A su primo Carles Ibáñez Roca, de 13, estos días le han servido para descubrir que le gusta la repostería. "Ya hemos hecho cuatro o cinco tipos, y como tengo más tiempo libre, estoy intentando ayudar más en la cocina". Que esta sea la herencia de la quinta del coronavirus suena hasta esperanzador.

Los amigos y los abuelos

En una suerte de nuevo a quién quieres más a mamá o a papá, entre los niños consultados hay unanimidad. En el primer puesto sobre a quién tienen más ganas de ver (y achuchar) cuando termine esta pesadilla hay un empate técnico entre los amigos y los abuelos. Imposible elegir entre ambos. Pese a lo mucho que echa de menos a su abuela, Jana Taberné Morera entiende con una madurez ejemplar a sus 10 años recién cumplidos la (difícil) situación: "como mi madre trabaja, nos lleva a mi hermano y a mí a casa de mi tía o de prima, ya que mi abuela es mayor y es un colectivo vulnerable". Y tiene clarísimo que, cuando pueda salir, quedará con sus amigas, irá a ver a su abuela e irá de compras. Lo explica con entusiasmo, como si se viera ya allí.

Igual que Jana, Erik Retamero -ocho años-, no duda sobre lo primero que hará: "jugar un buen partido de fútbol con mis amigos e ir a casa de mi abuela a comer un buen arroz". 'Pas mal'.

Más allá de los añorados y (con motivo) venerados abuelos, dice mucho -y no bueno- de nuestra sociedad que la mayoría de los niños destaquen algo que debería resultar chocante. "Lo que más me gusta de la cuarentena es que tenemos tiempo de estar con la familia y de jugar". Estar con la familia y jugar. Unos niños. La frase es de la pequeña Marina Massó, de 7 años, compañera de colegio de Jana y Erik, aunque, formulado de todas las maneras posibles, es el mensaje que lanzan prácticamente todos. Los hermanos Olaf y Diego Fernández García, de 9 y 10 años, señalan que lo mejor de todo esto es jugar entre ellos. A las películas o al futbolín ("aunque a veces nos aburrimos, y lo admitimos").

"Saltar como una cabritilla"

Las gemelas Lucía y Andrea Castelló Cruz tienen ocho años y muy claro que cuando salgan "de aquí" -hablan de su casa, que nadie piense mal- lo primero que harán será "saltar, correr y saltar otra vez como cabritillas". María y Alba Fernández Portillo, de cinco y cuatro años, también tienen ganas de saltar y correr (para no tenerlas, pobres criaturas): "lo primero que haremos es ir al parque para ver a mis primos". Los parques. Cómo se van a llenar los parques cuando puedan abrirse las puertas de los pisos. Como si no hubiera un mañana. O, más concretamente, como si no hubiera un ayer. El coronavirus les ha robado el mes de marzo a estos valientes y va camino de hacerlo el de abril.

Para terminar, la pequeña -cuatro años- Júlia Sust Pantaleoni pone sobre la mesa un tema en el que todos en algún momento piensan, pero nadie se atreve a decir: "Con el coronavirus no se puede salir... bueno, solo para comprar comida. Para comprar comida, sí; pero juguetes, no".