El triatleta Isidro Benavent ha adaptado en el garaje de su domicilio un contenedor como piscina para de esta forma poder completar la parte de la natación en el entrenamiento que practica durante el confinamiento.

Para ello, el triatleta de la localidad valenciana de Rótova ha desarrollado el ingenio y ha tenido en cuenta cada detalle, por lo que ha dotado al contenedor de un sistema de depuración con pastillas de cloro y anti-algas para garantizar el mantenimiento de las condiciones del agua durante todo este periodo.

Según explicó en declaraciones a EFE, el deportista del Club d'Atletisme Safor Teika entrena con los pies atados a un extremo del contenedor dos veces por semana durante media hora y dedica otros dos días a practicar bicicleta con un rodillo y a correr ocho kilómetros.

Estas dos últimas fases del entrenamiento las desarrolla Benavent en su empresa, en los momentos en los que no hay ningún trabajador, o en la terraza de su casa, que recorre al completar la serie con un recorrido en forma de ocho.

para trabajar la técnica y corregir errores.

"Al principio mi familia 'flipaba', pero yo encuentro que no hay sensación mejor que la de estar dentro del agua. Con nadar treinta minutos tengo suficiente para sentir una satisfacción brutal", manifestó.

También enfatizó en que, cuando todo termine, el agua se reutilizará e irá destinada al campo. "Vendrá una cuba, la absorberá y se utilizará para el tratamiento contra las plagas", indicó Benavent.

El contenedor pertenece a la empresa Joaquín Lerma para la que trabaja el deportista y que se dedica al reciclaje y a la recogida de residuos. El que utiliza Benavent está limpio porque es de los que suelen utilizar para tirar agua durante las fiestas patronales del verano.

Benavent tomaba parte habitualmente en dos triatlones cada mes y tendría que haber iniciado la temporada el pasado domingo en el triatlón de Gandia, pero no ha podido hacerlo al haber quedado suspendidas todas las competiciones.

El deportista se mostró muy agradecido a su empresa y a su dueño, Domingo Lerma, por haberle cedido el contenedor y a su compañero Juan Alberto Llorca por haberle dejarle el rodillo para poder seguir entrenando. "Sin ellos no hubiera sido posible esta 'locura'", finalizó.