La desescalada también llega a la gimnasia rítmica. Casi cuatro meses después de la irrupción de la COVID-19, los aros, las pelotas, las cintas y las mazas vuelven a volar. Además, donde han de hacerlo. No en los domicilios particulares u otros escenarios improvisados. Desde hace unos días, en algunos casos, o semanas, en otros, Polina Berezina, Noa Ros, María Añó y Ana Gayán se ejercitan en sus habituales lugares de entrenamiento, en el espacio en el que mejor se sienten, en el contexto en el que exhiben todo su talento. Polina y Noa, en el Colonial Sport de Alfafar. María Añó, en el Centro de Alto Rendimiento de León. Y Ana Gayán, en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid.

Una vez los deportistas de alto nivel pudieron reencontrarse con una cierta actividad, Polina se ejercitó en los pabellones de Guardamar del Segura y Torrevieja. Noa, por su parte, volvió al pasado y se entrenó en las instalaciones del club Mabel de Benicarló, los tapices en los que inició su carrera en la rítmica cuando era apenas una niña. El regreso de ambas al Colonial Sport de Alfafar, donde se entrenan día a día desde enero de 2019, se hizo efectivo el pasado 25 junio. Otro impacto emocional.

Más de tres meses después de tener que despedirse de estas instalaciones de forma precipitada, volvían al lugar en el que combinan sesiones exigentes y maratonianas con retos y sueños. «Lo echaba de menos, la verdad. He vuelto con muchas ganas y con mucha motivación», comenta Polina.

Por su parte, Noa Ros experimentó «una sensación de libertad. El poder volver a saltar sobre una tarima, el ver volar de nuevo a los aparatos, el reencontrarme con un complejo espectacular y compartir, de nuevo, vivencias con mis compañeras€ Todo me generó una mezcla de emociones», señala Ros.

Desde ahora, y siempre y cuando la evolución de la crisis sanitaria lo permita, Polina y Noa ya miran hacia el Campeonato de Europa, previsto en Ucrania a finales de noviembre. En el torneo individual, sólo habrá una española. En principio, los focos apuntan a Polina, pero ni Noa Ros ni María Añó se resignan. La última palabra será de Alejandra Quereda, la seleccionadora nacional. La jefa del tapiz.

María Añó (Benicarló, 17 años) cambió el Colonial Sport de Alfafar por el Centro de Alto Rendimiento de León, uno de los focos de la rítmica española con más historia y tradición. «En León, me encuentro muy cómoda. Las instalaciones son espectaculares. Ahora, sólo deseo tener continuidad. Han sido dos meses complicados. Por ello, el reencuentro con el CAR de León en la última semana de mayo me generó una gran adrenalina. Volver a ver tapices, tarimas, los aparatos€ fue como redescubrir la luz después de un tiempo de oscuridad", señala María Añó, que brilló de una forma especial en el Campeonato de Europa celebrado en Bakú.

Si Añó se reencontró con el CAR de León un 26 de mayo, Ana Gayán, componente del conjunto absoluto español de rítmica, volvió a pisar los tapices del CAR de Madrid el pasado 9 de junio. Es decir, tres meses justos después de verse obligada a abandonar la capital de España. «He perdido menos de lo que pensaba. Pero, sobre todo, me quedo con la ilusión que me ha generado volver a entrenarme, y volver a compartir entrenamiento e ilusiones con todas mis compañeras». «El Europeo, si se celebra, solo concede un pasaporte olímpico en el torneo por equipos. Nos vemos con opciones, vamos a mejorar».