La práctica del deporte al aire libre tiene numerosas ventajas, pero también un impacto en el medio que se practica.

Durante los últimos años se ha detectado un aumento en el número de ciclistas que disfrutan de pasear por la montaña; pero con ellos también el de los que no son respetuosos y circulan por sendas sin autorización administrativa, así como tampoco cumplen con las recomendaciones de velocidad o el número de ciclistas que pueden circular juntos.

Dichos deportistas generan un gran daño a la montaña, puesto que, entre otras problemáticas, erosionan el terreno, llegando a formar surcos que se agravan con la escorrentía superficial; así como también pueden poner en peligro a la flora y fauna del entorno al eliminar la vegetación con la continua rodada de los vehículos.

Aunque exista normativa de aplicación para estas malas prácticas, es muy genérica

Aunque exista normativa de aplicación en estos casos de malas prácticas, como son el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales, la Ley del Patrimonio Natural o la de Montes, Alonso Miñarro, un agente medioambiental de Murcia, señala a La Opinión de Murcia que uno de los problemas con los que se encuentran es que esta regulación es genérica, y por eso cuesta que se respete. "Por ejemplo, la Ley de Montes pide cuantificación del daño, y resulta imposible ir cuantificando eso por cada ciclista individual".

También apunta que el boom de las bicicletas eléctricas - más erosivas al contar con ruedas de mayor grosor y peso- ha "hecho accesible la montaña" a casi todo el mundo.

Lo que Miñarro considera necesario es "una ley más firme y específica" que tenga en cuenta las diferentes tipologías de espacios protegidos con los que puede contar cada montaña de la Región, junto a los terrenos de particulares -que sí cuentan con una regulación de esas características-.

"Regulación e información, no prohibición" es la consigna que indica Miñarro

Más allá de estos deseos, queda tratar de informar sobre los impactos que genera esta práctica deportiva, con el fin de sensibilizar a los ciclistas para que, con el buen hacer individual, se reduzcan o eviten los daños ocasionados al medio natural, cada vez más afectado.

Bicicleta de montaña y medio ambiente no tienen por qué ser incompatibles -así como también es justo señalar que la misma actividad de los senderistas genera un impacto con el que hay que ser cuidadoso-, por lo que no hay que buscar culpables: "Regulación e información, no prohibición", es lo que pide Miñarro.