Fue en el festival de Navidad del cole de los niños. El único instante en el que alguien prestó atención a la pobre directora, de la que todo el mundo pasaba olímpicamente a la espera de que su retoño asomase por el escenario. La típica historia de Navidad, es cierto, pero real como la vida misma. Un niño sin recursos al que el asistente social acaba de darle unas botas de fútbol con por lo menos tres o cuatro números de más. El crío se las intenta atar afanosamente lo mejor que puede porque el partido está a punto de comenzar y teme que se le salgan volando al primer chut que le pegue al balón. El míster del equipo rival, que tiene a su cargo a unos niños bien y que ni por asomo quiere contar la historia para que no se le coloreen las mejillas, le dice al chavalín en un gesto de misericordia que tranquilo, que se las ate sin prisa, que le esperan. Y le invita a que en todo caso pida otras más acordes a su pequeño pie. Sin embargo, ni corto ni perezoso, el diminuto futbolista, que viste la equipación que acaban de darle en la furgoneta del asistente social, la cual sigue aparcada al lado del campo, replica de este modo: «No, primero tengo que romper estas». Cara de póquer del míster, como no podía ser de otra manera, y silencio absoluto por primera vez en la tarde en el teatro de la función escolar, donde quien más y quien menos se corta y deja de pensar en las chorradas que se le estaban pasando en ese momento por la cabeza. Minuto de gloria para la directora y tiempo para reflexionar sobre qué es y qué no importante.

Quien a estas alturas siga leyendo pensará que qué ñoño. Sin embargo, a la hora de darle a las teclas, quien escribe tiene en la cabeza a esos ex y jugadores del Levante que estaban entre el respetable durante la función de Navidad de sus nenes. Los Rubén, los Nano, los Keylor y alguno que otro más que apareció por allí mientras la directora contaba que en un acto de generosidad los papás que fueron al partido le acabaron comprando al chiquitín unas botas y ropa para su equipo. «No, primero tengo que romper estas», resonaba. Sí, con razón. Igual no serían ellos, pero ése es el espíritu Levante. ¡Feliz Navidad!

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