A finales de mayo, en un desayuno con la prensa, el presidente dijo que el Levante compartía el mismo mercado con otros 12 equipos y que "es muy difícil hasta fichar al mejor jugador de Segunda". Por tanto, si Toño es para Manolo el mejor lateral zurdo de la división de plata, el fichaje hay que ponerlo en valor. Máxime en un verano en el que el artillero del Alavés, Borja Viguera, se ha ido a un club de Champions como el Athletic y en el que los granotas sólo han pagado traspaso por este chaval de Port de Sagunt. Con los poco más de 150.000 euros que quedaban de margen salarial a expensas de las bajas de Javi Jiménez y Nong más lo que ocurra con Diop, no hay nada más injusto que echar por tierra una apuesta tan del corte granota. Un tipo joven al que se conoce desde la cuna y del que pocos técnicos podían ofrecer un fotograma tan real como el de José Luis Oltra.

Sin vender la moto

A cuento de lo de Toño y de la ausencia de novedades más vistosas en la plantilla, uno de los retos más difíciles para el Levante no es otro que conseguir que la afición se ilusione con el objetivo de continuar en Primera sin necesidad, como decía Quico aquella mañana, "de vender la moto". Que el aficionado que antes era pasivo haya empezado a movilizarse es un éxito que se demuestra en el récord de abonados, pero la cuestión ahora es ajustar las expectativas para que todo el mundo que vaya a a Orriols las paladee.

Líderes nunca sobran

Queda la duda -doctores tiene el club para eso- de saber si se podrían haber hecho las cosas mejor, pero hay que cruzar los dedos para que las buenas sensaciones tras la última visita al doctor Cugat sirvan para evitar el quirófano y el riesgo añadido de ponerle a su carrera fecha de caducidad. Juanfran lleva un mes de aúpa visitando al eminente galeno catalán y todavía le quedan 15 días de espera, pese a que ahora es mucho más optimista que semanas atrás. Para el Levante es vital recuperarlo, tanto por lo que aporta dentro como fuera del campo. Los líderes nunca están de más.

Patrocinadores

Hágase la prueba: De los 20 equipos de Primera, ¿de cuántos sería capaz de decir el patrocinador que lleva en su camiseta?. La respuesta a esa pregunta es lo que lleva a muchas empresas a no invertir en el fútbol o, al menos, a no hacerlo a la la manera tradicional de estampar su logo debajo del pecho. En ese difícil panorama, y tras rechazarse ofertas de esas de las que es mejor prescindir a manchar la camiseta, todo lo que sea capaz el club de rascar en el extranjero será bienvenido.