Lo malo de que el ascenso esté claro desde noviembre es que llevamos un par de meses celebrándolo por dentro y que el día que sea matemático no va a tener la emoción, para lo bueno y para lo malo, de un gol de penalti en el último minuto. Por eso, para ponerle la intriga que le falta, es por lo que hacemos números sobre si será contra el Reus o el Cádiz. Y también por lo que vemos operarios en la Fuente de Cuatro Estaciones preparando la gran fiesta del Levante UD. De esto último, tal vez, no haya nada real, aunque mola bastante pensar que sí. Total, sea cuando sea, iremos allí todos de cabeza.

Ya se verá por cuánto tiempo

El futuro azulgrana de Muñiz

Muñiz va a ser el entrenador del Levante UD la próxima temporada. Pero, aunque sea adelantarse mucho, ya veremos si lo es también de la siguiente. Y no por un tema de resultados. El asturiano, excepto perfil mediático, lo tiene todo para triunfar en Primera, aunque el desgaste se lleva por dentro y es algo que no perdona, aún menos a profesionales que se toman su trabajo tan a conciencia. Muñiz, exprimiendo el equipo hasta límites insospechados, ha sido una esponja para absorber la presión y lidiar con el día después de decisiones que, pese a ser muy drásticas, han pasado como si nada, desde los cambios a lo Espinosa a las suplencias a lo Morales.

Todos juntos sobre el césped

Orden en la cadena de mando

Escribía el jueves Manolo Salvador, que de esto sabe un rato, que en la gestión de un club de fútbol es clave reportar a diario. Manolo se refería a Peter Lim y Mateu Alemany, el amigo de Villarroel. Un ejecutivo con el que el antiguo dueño del Levante hacía de rabiar a Toni Blasco amenazándole, y no siempre en broma, con cambiarlo por él. Salvando las distancias, no es lo que hace Quico con Tito ni este a su vez con los que tiene por debajo. En el Levante la cadena de mando funciona y la relación es tan fluida que no es extraño, como el pasado jueves en el Ciutat, verlos a todos juntos hablando sobre el césped.

Tito hasta tanteó comprarlo

Estirpe granota en Benidorm

Hablando de Tito, pocos sabrán que en la cabeza del director deportivo estuvo la posibilidad de convertirse en el dueño de un club de fútbol. En concreto, del suyo, el ya desaparecido Benidorm. Y es que, como ilustre canterano, en su día se planteó junto a unos amigos comprarlo antes de que la quiebra se lo llevara a la tumba. Si lo hubiese hecho, posiblemente las cosas les habrían ido mejor a los de Foietes. Un clásico del fútbol valenciano del que el Levante fichó no hace tanto a Luis García, alguien que también está haciendo sus cálculos de cuándo vamos a la fuente.

Más artículos de opinión de Rafa Marín, aquí.