Pese a dejarse lo mejor para el final, el Levante ha cerrado el mercado completamente en falso. Y es que ni Nano Mesa ni Erick Cabaco son, respectivamente, el delantero top ni el central de jerarquía que estábamos esperando.

Sí, vale, podría haber sido peor y hacer el ridículo del Barça. Pero la sensación ha sido la de ir a El Corte Inglés a por un traje y acabar apañándote con uno de Carrefour. Estratégicamente es lo que tiene haber hecho el canelo yendo a por Lucas Pérez de la mano del Arsenal y a por Adrián Ramos sin la del Granada. La de pujar por Zapata con 1,5 millones cuando estaba traspasado por 18. La de ofrecer 500.000 por Borja cuando el Oporto ponía 10. Y así hasta llegar al Eibar y al ofrecimiento de los agentes de Verza para rematar la defensa el penultimísimo día.

El salto de calidad que ya falló el año del descenso se ha vuelto a quedar en un intento. Y eso, con dinero en el bolsillo, tiene delito. Sobre todo porque este Levante no es aquel que iba por la vida con piedras y tirachinas para fichar.

El cierre de mercado ha estado a la altura de un verano extraño con operaciones que se caían de manera inesperada, espantadas como la de Larsson y una pretemporada abortada sobre la bocina por el estado de los campos. Raro, al menos estéticamente, fue incluso que Tito se fuera al principio una semana de vacaciones, si bien es cierto que según el club se mantuvo en todo momento "operativo".

A la espera de su reapertura en invierno, el plazo ha pasado sin que el director deportivo haya dejado su sello con un fichaje diferencial en una plantilla con doce caras nuevas y en la que, en contra de lo ocurrido en Segunda, faltan jugadores con experiencia, Haber mantenido la columna vertebral del ascenso y contar con un bloque hecho, por contra, es el aval de un equipo con poco o nada que envidiar a sus rivales directos y al que, pese a todo, debe darle sobrado para la salvación. Ahora mismo, de hecho, la sensación es que esto lo arregla Muñiz. Y Morales. Y Lerma. Y Toño. Y todos los queya estaban más el resto de futbolistas con buena pinta que han venido, sobre todo Bardhi.

La decepción de última hora afea pero no debe empañar el resto del trabajo realizado, en especial las ventas de Deyverson y Camarasa y haber colocado todos a los descartes. Los objetivos se consiguen en el césped, no en los mercados, y si no que se lo pregunten a Benítez. Si él ganó una Liga con el sofá de Canobbio, el Levante de Muñiz también puede hacer una buena temporada con lámparas y Nano Mesa. Fútbol es fútbol y a día de hoy hay más motivos para ser optimistas que para verlo todo negro.

Más opiniones de Rafa Marín.