La cornada desde luego es bastante profunda y con un pronóstico que asusta. Trayectorias tiene varias, aunque la peor es la de los despachos, donde los banderillazos van que vuelan. Y es que son ya 14 jornadas desangrándose. Un porrón de meses, demasiados, con el Levante en la sala de espera de urgencias. Tiempo perdido en el que igual que el pulpo como animal de compañía hemos tenido que aceptar como operaciones lo que han sido parches y tiritas. El jueves, contra el Alavés, otra vez con la columna de Segunda y sin ninguno de los fichajes de enero. Y, aunque se volvió a perder, fue mejor que contra la Real Sociedad y el Betis. Es lo que hay y, la verdad, aquí no se salva nadie, empezando por Quico como máximo responsable, siguiendo por Tito y Carmelo por su falta de operatividad para mejorar la plantilla y acabando por un Muñiz que, siendo víctima que no culpable aunque sí terco en extremo, va a ser de los tres el primero pero no el único en caer si el rumbo sigue a pique. Porque la película es así. El equipo está igual que cuando al entrenador se le ratificó por los pelos hace dos semanas. Con el mismo compromiso y la misma facilonería para los rivales. Sin rascar arriba ni abajo. Con el repertorio justo. Con horrores individuales y tácticos de bulto. Y, sí, con esa sensación tan repetida como real de que compite hasta que llegado a un punto de no retorno se desfonda de manera irremisible. Todas esas razones deberían haber precipitado ya un relevo en el banquillo en busca de un revulsivo. Sin embargo, en lugar de eso se ha dejado pasar el tiempo para justificar el posible despido de Muñiz, triste, en el resultado que se pueda dar hoy contra el Espanyol.

Levantinistas unidos

Gane, empate o pierda, el Levante va a tener que seguir apretando los dientes. Con Muñiz o con Paco López, mejor o peor pero con la misma experiencia en Primera que Chema o Postigo, la permanencia es cosa de cuatro equipos y los granotas son uno de ellos. No es momento de que los árboles no dejen ver el bosque. Aunque lo de que las peñas se vean con los capitanes no deja de ser un gesto de cara a la galería, lo que toca es sumar, así que bienvenido sea si sirve para ganar y cambiar esa inercia con la que el Ciutat ha empezado a verse en Segunda. Pero que conste que a estas alturas eso continúan siendo parches y tiritas y que lo que se espera de una alta gestión, tanto a presente como futuro, son decisiones en base no sólo a las evidencias.

Más artículos de opinión de Rafa Marín, aquí.