Si algo hemos aprendido desde el último gol de Coke es que para bajar a Segunda esta temporada hay que hacerlo rematadamente mal. Mucho peor incluso de como lo ha hecho hasta ahora un Levante que con los tres puntos de Getafe y los que ojalá sume hoy contra el Eibar va a quedarse a tres partidos de la permanencia. No hace falta más para salvarse, ni siquiera acertar en los fichajes o en el sistema táctico. Basta con un míster como Paco López que ejerza de revulsivo (chapó para él por vestirse por los pies). Con eso y con que los árbitros tampoco se flipen, algo esto último sobre lo que seguro que Quico ha movido ficha (sí presi, no me pongas cara de póquer cuando lo leas, ¡que nos conocemos!). El del Coliseum no fue ni de lejos el mejor partido, pero seguro que con Muñiz, lejos de ganarlo, se habría palmado. O como mucho, y para variar, empatado. Lo suyo no era un problema de fútbol, sino de coco. Igual que lo del club no es un problema de resultados, sino de proyecto deportivo. Tan injusto como cargarse a un entrenador por un gol en el descuento es mirar para otro lado por una victoria que pudo ser cualquier cosa.Por fuera y por dentro

El problema del Levante es que además de brillar por fuera tendría que hacerlo mucho más por dentro. Por poner un ejemplo, con un equipo a la altura. O, por poner otro, con una estructura en la que la autocrítica y la transparencia no brillasen por su ausencia. Mejor metáfora que la nueva iluminación no se me ocurre para radiografiar ese estado en el que el granota de a pie se siente orgulloso de la imagen que proyecta su club hacia el exterior pero resignado porque los aseos siguen hechos un asco. Esperanzado con lo institucional y resignado con lo futbolístico el año del mayor presupuesto de toda la historia. Que los jugadores terminen de dar el paso adelante que se espera de ellos va a ser de gran ayuda en este final de curso en el que hay que aprovechar, si se da, la suerte de no pagar todos los errores con otro descenso.

En nuestras oraciones

Muñiz, al que continuamos teniendo presente en nuestras oraciones, ha demostrado ser un señor del primer al último día. Y, desde luego, sería una pena que alguien se empeñase en manchar esa imagen retratándolo como un pesetero. El club, y en esto tiene mi apoyo, hace bien en defender sus intereses. Y el entrenador y su agente, los suyos. No se me ocurre otra cosa que no sea un acuerdo intermedio.

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