Lo fácil habría sido agachar el lomo, llorar en una esquina y asumir el papel de víctima. Pero en lugar de eso el Levante le ha echado un par no achantándose ni ante el todopoderoso Barça ni ante la Federación y rebelándose ante el escándalo de que otra vez el club dels valors se salte la ley y quede impune. Como Paco López, en esta situación de arbitrariedad e injusticia no se puede hacer otra cosa que cerrar filas e ir a muerte en la defensa de los intereses granotas. Si hubiese sido al revés, que nadie lo dude, el Levante ya estaría fuera de la Copa. Es indignante que el Barça siga dentro y que la Federación de Rubiales, precisamente de él, haya escogido la decepcionante salida de perjudicar al humilde a sabiendas de que la infracción no solo existe sino que además es grave y por tanto no hay prescripción que valga.

Lo suyo es puro teatro

Que fue una pifia gorda no enterarse antes, sin dolerle prendas, es algo que el Levante ha asumido desde el momento en el que presentó la denuncia, autocrítica que en absoluto invalida su estrategia ni convierte en verdad las mentiras del Barcelona. El propio Valverde ha hecho suya la propaganda pese al mensaje interno, ojo ahí, de no llevarse ni a un canterano para la vuelta, no fuese a ser que volvieran a liársela. Seguramente, aunque ya nadie se entere, en el Barça tomen medidas con lo que no deja de ser un caso 'Chumyshev'. También el Levante tiene que hacerlo, lo de las medidas, no lo de laminarse a nadie. Al contrario, lejos de cargar muertos, lo aconsejable para un club en continua expansión es cubrirse las espaldas incorporando la figura de un asistente arbitral que entre otras cosas coteje y cruce datos y que a cambio de un coste ínfimo le ahorre a la larga dinero y disgustos. Quien sin saber culpe desde fuera al delegado, el bueno de Garcerá, se equivoca, porque como el club perfectamente sabe el suyo no es un rol al uso. Lo que hay que hacer es cubrirle las espaldas, que bastante mal trago estará pasando estos días, y respaldarlo porque ni su cargo ni su sueldo ni por descontado su responsabilidad se pueden comparar aquí con las de los altos ejecutivos.

Respeto a la legalidad

El respeto a una institución cientodiezcentenaria incluye no dejarse pisotear por nada ni por nadie. Incluso en el caso que nos ocupa es algo que tiene que estar por encima de que otra eliminatoria pueda no parecer ahora lo más conveniente para un equipo cuya absoluta prioridad es LaLiga y que no en vano, pagando la factura deportiva de la Copa, se ha quedado corto de defensas. Es cierto que a día de hoy los cuartos de final los jugaría con sólo un central, ya que tendría a dos lesionados y a otro como es Cabaco sancionado, pero bendito problema también recurrir a los reservas. Los que tumbaron a ese Barça que por un lado debió salir del Ciutat perdiendo de más y por el otro apeado por una negligencia malintencionada no, pero sí ilegal.

Leyes ininteligibles

Es parte también del orgullo granota que el Levante, aun como club humilde, se rebele ante las injusticias de los poderosos, ya sea a cuento del VAR y el Atlético o del derecho de pernada que ante según qué instancias asiste al Barça. Y es una auténtica vergüenza, eso hay que decirlo sin pudor a que ahora al Levante le cojan la matrícula, que vayan dos veces seguidas en las que ni los árbitros ni los jueces atinan a interpretar leyes que no se entienden.

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