Aun a riesgo de que parezca un tópico barato, el papel de la afición este sábado en el partido contra el Eibar va a ser tan importante como el de los once jugadores que salgan de titulares, el de los tres cambios y el de Paco López desde el banquillo. Para lo bueno y lo malo, además del virtual entre que acaba un encuentro y empieza el siguiente, el pulmón por el que respira el levantinismo es de carne y huesos. La afición habla por la boca de las 20.000 personas que llenan el Ciutat. Y cualquiera que haya estado in situ en las primeras jornadas sabe que en el estadio hay un ambientillo raro. Que para que se desborde el vaso de la paciencia basta con que el rival, que también juega, te genere un par de oportunidades. Ocurrió con los pitos en plena empanada contra el Villarreal, pese a estar en la segunda jornada. Y fue parecido contra el Valladolid, pese a estar en la tercera. Aunque se ganó los dos días no hay que pasar por alto que una cosa es exigir y ser ambiciosos y otra perder la humildad y generar unas expectativas irreales. Con independencia de si el partido se le pone de cara o de espaldas, el Levante necesita un contexto más positivo a su alrededor con el que se ponga en valor todo lo bueno que hace, que empezando por su filosofía además es mucho. Y un contexto también en el que lo malo, que acabando por el desequilibrio atrás tampoco hay porqué ocultarlo, dé pie a que la crítica sea constructiva y no lo despiadada que ha sido después de lo acontecido el sábado.

La bola de nieve

De las corrientes de opinión que no dejan títere con cabeza hay una especialmente injusta y es la que sopla en contra del míster. Aunque el Bernabéu terminó pidiendo la hora, de Paco poco menos que se ha pedido la cabeza por fallar en el planteamiento. Como si no fuera el mismo de la histórica victoria de hace un año, como si no fuera el equipo que en cosa de temporada y media le ha ganado al Real Madrid y al Barça, como si no fuera el entrenador de época al que el club ya está tardando en renovar en los términos que hay apalabrados y así cortar por lo sano con esa bola de nieve que puede formarse a poco que se encadene una mala racha de resultados. De la buena plantilla que se ha podido hacer con lo que quedaba en caja (y que sobre el papel era para jugar 4-3-3) ya se ha dicho que está descompensada y que en defensa continúa siendo frágil. Pero precisamente por ser versátil y no cerrarse a una idea, Paco dará con la tecla. ¡Vamos!

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