Por venir de donde venía todos pensábamos en un entrenador con las ínfulas de Guardiola y por traerlo quien lo traía todos nos temíamos también que terminara siendo del palo de Nevillle. Sin embargo, ni una cosa ni la otra. Celades se ha destapado, tal y como se comentó este viernes en Superdeporte Radio, como un discípulo del método de Del Bosque, alguien ocupado a la vieja usanza en no ser él quien brille sino los que le rodean. En una semana en la que el gran triunfador ha sido el Valencia CF, el discreto entrenador catalán se ha apuntado un tanto que con su perfil bajo nunca había reclamado para él y que no es otro que el de haber superado ese prejuicio por el cual cuando se ganaba era todavía por Marcelino y la fortaleza de su equipo y cuando se perdía, en cambio, la culpa sí que era suya. Hablar bien de Celades y, en palabras de Parejo durante su entrevista para LaLiga, de la «inteligencia» con la que ha ido introduciendo matices tácticos, no significa mancillar el imborrable recuerdo de su antecesor, el técnico sin duda con más ascendencia entre la afición y los jugadores que se recuerda en Mestalla, sino poner en valor precisamente el enorme mérito que tiene haber gestionado una transición tan traumática sin que ningún objetivo deportivo se haya quedado por el camino. La victoria contra el Ajax es un antes y un después tanto por lo que significa como por lo que la rodea, en especial gestos tan simbólicos como el beso de Gayá y sus ojos vidriosos en la celebración. A Celades, y así hay que escribirlo, hay que quitarle el sambenito de ser el entrenador que brotó en mitad de la combustión para poner a los jugadores de Meriton. Celades es el entrenador que ha sentado a Correia y al que el vestuario ya considera como uno más de la «familia».

No sólo los resultados

Pese a tener delante un reto mayúsculo y multitud de piedras en forma de lesiones por el camino, Celades no sólo ha dejado al equipo en los octavos de final de la Champions y en disposición de acabar la jornada y prácticamente el año en puestos europeos, sino que lo mejor de todo no son los resultados sino el margen de crecimiento que se le adivina a un equipo al que además van a llegar refuerzos tanto desde la enfermería como, si Lim no se arrepiente, desde el mercado. Es momento para continuar soñando con que el Valencia, en efecto, no tiene techo.

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