Tiene toda la razón Cañizares cuando dice que en València ya no sorprende nada que venga de la Federación. Lo mismo con Rubiales, al que también puede aplicársele a título particular eso de que "si le puede hacer daño, se lo va a hacer". Quitarle a un equipo su posición de Europa para dársela a otro que no la tiene ganada no es que sea incendiar por incendiar. Directamente es criminal.

Suerte tiene Rubiales de que a él no le filtren los audios. La fortuna le acompaña desde que en su época de jugador se aireó una grabación sobre un supuesto amaño del Athletic-Levante que dejó mal parado a su entonces compañero Descarga y al expresidente Julio Romero. Él, en cambio, salió tan bien parado como Molina, hoy su secretario técnico. Otro gallo habría cantado si alguien hubiese grabado los prolegómenos del Derbi de 2008. Allí, en medio de un contexto de revuelta, lo de hacer "daño" fue literal.

No caeré en la crítica fácil de que Rubiales le tiene manía al Valencia. Vale que aprecio más bien ninguno y que de su paso por Paterna no debe tener un grato recuerdo. Por supuesto, tampoco creo que sus razones se apoyen en la rivalidad. Su condición de granota confeso, sin entrar en lo de la Copa de la República, no le impidió tirar de poderes fácticos en la ciudad condal para clasificar ilegítimamente al Barça cuando el caso Chumi.

Rubiales, para lo bueno y para lo malo, va a la suya. Y a la hora de pelear por sus objetivos ni le faltan arrestos ni sutileza para orquestar maniobras entre bambalinas. Así como en Arabia Saudí era la pasta, lo que le mueve ahora es la final de la competición con la que de paso le hace cosquillitas a Tebas.

Compañeros de viejo: Zamudio y Unión Viera

Lo que en el fondo pretende Rubiales es jugar la final de Copa con público, aunque sea a finales de año. Así que el plan que se ha sacado de la manga junto a sus aliados de las territoriales y clubes de la talla del Zamudio y el Unión Viera es garantizar que Real Sociedad y Athletic Club se clasifiquen para Europa con independencia de si la final se ha disputado o no. El atropello a los intereses del Valencia vuelve a ser indigno.

Aunque suene a teoría de la conspiración, esto mismoes lo que piensan la mayoría de clubes, los afectados y los que no. Entre ellos el Valencia, que estaría bien si públicamente dijera algo. Su inacción ante la UEFA ya le costó un disgusto cuando fue el primer club en abordar seriamente el problema del Coronavirus. Lástima que Peter Lim no sea tan preclaro para los temas deportivos como para los sanitarios, si bien la carta a Ceferin de este viernes no está de más. Ante un atropello así no valen tibiezas.