Lo ha dicho el director general del Instituto Valenciano de Finanzas al valorar la histórica financiación con la que el Levante ha obtenido 60 millones para reformar su estadio, construir una Ciudad Deportiva en Nazaret y no ver lastradas sus posibilidades competitivas por ello: «Se trata de una operación audaz que afianzará su posición competitiva en la ciudad. Una operación que demuestra abiertamente las ventajas de una dirección valenciana al frente de la superestructura accionarial de pequeños accionistas».

Manuel Illueca no puede esconder su condición granota, pero desde su cargo público el meneo a Peter Lim y su Meriton Holdings tampoco hay manera de camuflarlo. Más allá de la sana rivalidad entre los dos equipos de Primera del cap i casal, es imposible ahora mismo aislar el movimiento levantinista del contexto de zozobra institucional en el que continúa enfangado el Valencia por culpa de las maneras que se gasta su propietario y la indefinición del proyecto.

Más allá de las ventajas y los riesgos que conlleva una financiación inédita hasta hoy en el fútbol español, una deuda perfectamente asumible estando en Primera pero que sería veneno en caso de descenso, en lo que consiste realmente este movimiento es en apostar sin fisuras por un cambio de modelo de club, por una política ambiciosa con la que no basar el crecimiento en la oportuna venta de futbolistas y, en la medida de lo posible, por continuar dando pasos de gigante a nivel deportivo, económico y sobre todo, he ahí el gran triunfo, en lo social. La frustración en las palabras de una leyenda como Camarasa, la enésima víctima en Mestalla, contrasta con el nuevo horizonte de Orriols, un estadio «entre los top de tamaño medio», según lo definió su arquitecto, más un vivero al lado del mar.

El cajón de Ferran y los fichajes

Con los jugadores calentando motores para la vuelta, en el Valencia la única cara nueva sigue siendo la de Javi Gracia, a cuyas órdenes volverán a aparecer casi todas las viejas. Sobre la mesa está Kiko Femenía, sigue cerca Diogo Leite y muy pronto trascenderán un par de nombres con los que ya se negocia y que dentro de los parámetros en los que se mueve el club, jóvenes de bajo coste y cedidos, a buen seguro servirán de ayuda para cambiar de aroma. Por encima de las cosas que son exclusivas de la propiedad, si Gracia consigue cerrar el cajón de mierda que Ferran ha dejado abierto en el vestuario y si además de hacer un buen equipo es capaz de reestablecer el vínculo con la afición, al menos cambiaremos de tema.

El despido de Camarasa

Lo habitual ya no es marcharse mordiéndose la lengua, al menos en el Valencia, donde resulta sintomático que como en su momento Kempes, luego Marcelino, ahora Camarasa o Ferran, si bien lo del ya jugador del City es harina de otro costal, se marchen cantando las verdades del barquero. Siempre se les podrá acusar de no haberlo denunciado desde dentro, pero todos son humanos, incluidos los que se mueren de ganas por entrar aun a sabiendas de lo que hay. Mal asunto es que hoy por hoy se haya perdido el filtro