Entre las puntuales dosis de gasolina en Batzine, la ronda de hablar por hablar con los políticos, el grifo cerrado de los fichajes y el abismo de los números, lo que viene siendo Meriton y sus circunstancias, la semana se nos había pasado con más de lo mismo hasta que muchos días después Javi Gracia abrió la boca y boom. En el aniversario del 11-S, el del despido de Marcelino, ayer fue Gracia quien concentró en una comparecencia las más contundentes de su antecesor, al que en comparación casi se lo dieron todo porque a él no le han traido nada, ni siquiera gratis. Así que, sabiendo cómo se las gastan en Singapur, entre otras cosas porque a él mismo le ocurrió en el Watford, no cuesta imaginar lo harto que tiene que estar un técnico que ha borrado de un golpe cualquier sospecha de funcionariado. No se explica de otra manera que en las actuales circunstancias, empezando por su gestión con los pagarés, haya sido capaz primero de ganarse al vestuario y ahora, de manera definitiva, al grueso de los aficionados. Un triunfo, eso sí, a costa de que se abra otra vez una herida con la propiedad que ya veremos la profundidad que tiene y las consecuencias que trae. Sorpresa ninguna porque todos nos lo esperábamos, pero no tan pronto.

Aunque después de lo ocurrido suene a artificial, la realidad es que para Valencia y Levante este Derbi al que nos gustaría hacer caso también está en las antípodas de ser uno más. Pese a la benevolencia hacia sus resultados, el Valencia de Javi Gracia es un equipo a tenor de sus propias críticas tan experimental que no se sabe qué va a ser, ni a qué va a jugar ni con quién. Una moneda al aire que puede caer de cruz, de canto y aunque casi nadie dé un euro incluso de cara. Paco López, que tuvo que flipar y que ya tiene lo suyo con las lesiones, el fair-play y las salidas, lleva días haciendo alquimia para averiguar qué se encontrará delante.

Gracia, especialmente ahora que ha puesto los puntos sobre las íes en un club que no hay por donde cogerlo, se juega mucho. Pero también Paco tiene un reto mayúsculo y si cabe hasta de mayor exigencia. El Valencia no quiere ir de víctima, aunque lo parece, mientras que los granotas están obligados a dar un paso al frente para ganar por primera vez en Mestalla y abandonar la zona de confort que supone el objetivo mínimo de la permanencia. El Derbi, hasta ahora asintomático, es también el del respeto. El del Valencia al Levante por el momento de amenaza. El del Levante al Valencia porque hay algo que hasta el más acérrimo de los que habitan en Orriols reconoce: «El Valencia siempre es el Valencia». Veremos.

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