Faltan tres días, por aquí sigue sin asomar nadie y cuando parece que alguien va a hacerlo la negociación se vuelve un sainete, así que lo más suave que pudo decir Javi Gracia es que «no hay comunicación sobre los fichajes». Y ahora va la explicación. Por desgracia cada vez es más complicado sorprenderse con lo que ocurre y sobre todo con lo que no ocurre en el Valencia. El listón nunca había estado tan alto, se eleva casi a cada instante y lo extraño sería que no pasase lo que pasa, incluidos los últimos disparates. Si hubiese que dibujarlo cada vez que habla, Gracia sería como un niño con zapatos nuevos. Sabe que no tiene que hacerlo y lo intenta porque en el fondo está contento con ellos, pero por barro que lleven se muere por chafar los charcos que hay formados a su alrededor. Aunque el titular fue ese, lo que mejor define cómo están las cosas no es que el diálogo respecto a los (no) fichajes sea inexistente. Al fin y al cabo Peter Lim cambió de modelo a las bravas y era de ingenuos pensar que se la envainaría a las primeras de cambio. La radiografía más fiel del club es que a estas alturas el mismo Lim ni haya hablado con el entrenador y que en esa línea de tan buen rollo las conversaciones con el presidente sean de ascensor o pasillo en los aviones. Esas dos cosas las dijo Javi Gracia y ambas son sin duda relevantes de lo que hay y de lo que de aquí a este próximo lunes día 5 los valencianistas pueden esperarse. Pese a la buena voluntad del míster hablando de fútbol y su deseo de un estilo que crezca alrededor de la posesión y el control de los partidos, el Valencia lo va a pasar mal tanto sin fichajes como con ellos. En vistas de las taras de los aspirantes hay que prepararse para lo peor. Ojalá, pero la sorpresa sería realmente que ocurra lo contrario. Que lleguen refuerzos y que sean buenos. Habría que hablar de un milagro.

Quico y Paco, enhorabuena

Un milagro era que la selección llamase a un futbolista del Levante y ayer pasó con Campaña. Si hubiese ocurrido en la anterior convocatoria, a estas alturas se estaría hablando del segundo traspaso más caro en la historia del club. La Roja es lo que le faltaba al jugador franquicia de los granotas para aumentar de cotización, aunque el motivo de su continuidad no es la ausencia de ofertas sino la voluntad de no malvenderlo. Quico Catalán sabe lo que vale y por eso le cuesta lo que le cuesta. Este es momento de poner en valor la gestión del presidente, que apostó y tiró para adelante aun a riesgo de meterse en el dichoso lío del fair-play. Y también de volver a subir a un altar a Paco López, el auténtico padre del nuevo internacional.

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