Dice Quico Catalán que «los que estamos en el mundo del fútbol sabemos qué clubes tienen atractivo para fondos y empresarios extranjeros locamente enamorados de España». Y dice también que «el Levante ahora mismo no tiene precio», pero que en el caso de que un propietario se lo pusiera «ganaría mucho dinero» vendiéndolo. Por suerte en Orriols se acabó votando que no a Sarver y el tiempo ha demostrado con creces que efectivamente la venta no era ni la única ni la mejor manera de salir adelante.

Aunque en una situación ya agónica, siempre tendremos la duda de si existía también otra posibilidad para el Valencia, cuya Fundación votó que sí a Lim para estar hoy incluso peor que entonces. Esa incógnita va a quedarse sin respuesta. Veremos también si lo sigue haciendo la otra que atormenta a los valencianistas, nada más y nada menos que saber si Lim vende lo que compró, por cuánto y sobre todo a quién y para qué. Por lo que dice Quico no sería de extrañar que alguno de esos empresarios y fondos extranjeros hayan contactado con el singapurés. Porque no hay duda de que pese a lo que lo ha devaluado con su gestión, el suyo entra dentro de la categoría de club «atractivo» para cualquiera, especialmente ahora que por narices la operación sería a la baja. El Valencia tampoco tiene precio pero la desgracia es que sí tiene un dueño de las acciones con poderes para ponérselo.

Cosas incomprensibles

Explica Quico en la misma entrevista, la primera post-mercado, que LaLiga ha salido del Covid peor parada que el resto y que la rigidez del fair-play ha llevado a los clubes a decisiones «incomprensibles» como jugadores que se iban libres y sin valor. Manda narices que tengamos que recurrir a las palabras del presidente del Levante para entender lo que el del Valencia no ha querido o sabido explicar mejor, sin ir más lejos el porqué del regalo de Parejo.

La gran diferencia, sin embargo, no está tanto en las palabras como en el detalle nada baladí del papel que los profesionales, incluido Quico en el suyo, tienen en sus clubes. A partir de ahí se explica porqué ante un momento tan difícil en un caso se ha decidido coger el toro por los cuernos y seguir invirtiendo y en el otro hay que hacer equilbrios para no interpretar los movimientos como una huida y desde luego no hacia adelante. Ambas cosas se han hecho por «responsabilidad», aunque a efectos de ilusión no hay duda de quién ha puesto más de su parte para recoger dividendos. Necesariamente no solo económicos.

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