El Valencia ya era un equipo de marcado carácter bipolar la última vez que el Atlético de Madrid pisó Mestalla, unos días antes de la «bomba biológica» y a semanas vista del estado de alarma. Encajó el primer gol pronto y empató, pero volvieron a marcarle en un minuto y llegó al descanso por detrás. Después, como contra el Alavés, con el asedio de la segunda parte solo le alcanzó para rescatar un punto. Que ese defecto tan reincidente persista tal cual es algo que da que pensar, máxime cuando empezando por el entrenador buena parte de los protagonistas son hoy otros. Esta tarde ni siquiera estarán los mejores de aquel partido: Ferran Torres y Gayà, el primero ya se sabe dónde y por qué y el segundo lesionado. Sí que se espera a Kondogbia, autor de un gol y en el que Simeone tuvo la suerte de fijarse en unos esos días que entre borradas le salían de uvas a peras. Veremos por dónde sale el menda si tiene minutos, aunque lo que nos preocupa de veras es que Lato tenga la clarividencia que ante Edgar Badía y que ahora que falta Cheryshev no sea diferente a los días que está jugando y también se le echa de menos. Nos guste más o menos, el Atlético no da segundas oportunidades. Por algo está invicto y solo ha encajado dos goles, casi la media que al Valencia le sale en contra por jornada. Es una estadística que asusta desde hace demasiado tiempo y en la que Javi Gracia no solo debe poner el foco sino solucionarla. Nadie en LaLiga concede más remates, lo cual es un drama. Más todavía por lo que supone de profunda descompensación en un equipo que ronda el 20 por ciento de conversión de sus remates a portería, prácticamente el mejor de todos. Como en tantas otras cosas, la virtud está en el término medio. El despegue será imposible hasta que no se encuentre.Con Paco, pero insuficiente

La cara de Paco López era un poema cuando Rubén Alcaraz perdonó el 2-0. Pero es lo que tiene el fútbol: del perdón del Pucela se pasó al empate y el Levante volvió a rozar la remontada. El quinto 1-1 consecutivo deja muchas lecturas de nuevo negativas, principalmente las que hablan de una ineficacia supina en las dos áreas. Especialmente lacerante en la rival, donde no hay manera de marcar de jugada. Sin embargo, también hay notas positivas. La que más, haber comprobado que en el momento más complicado de Paco López el equipo dio la cara por él y no lo dejó caer. Habrá a quien le fastidie pero es lo que hay. Tocaba dar un golpe encima de la mesa y con los pesos pesados al frente se intentó. Y sí, con eso ya no es suficiente.