Se trata de no empezar los partidos mal, pero también de acabarlos bien, así que de momento continúa siendo imposible hacer lecturas positivas de los dos últimos partidos del Valencia sin caer en la mediocridad. Sin ningún gol a favor, una derrota en casa contra el Atlético y un empate y gracias en Ipurua, donde el Eibar todavía no ha ganado, es un bagaje muy pobre para la mayoría de equipos y más para uno como el de Javi Gracia. Por muy menguado que esté, que por cierto lo está y encima institucionalmente temblando, el listón no hay que bajarlo tanto. Y si se hace fiándolo todo a un estilo reservón en el que el balón sobra con tal de cerrar el grifo y dejar la portería a cero, que al menos sirva para algo más que dar por bueno un empate a nada y dilatar en el descuento un saque de portería perdiendo tiempo. No es tanto pedir que los rivales no circulen por autopistas hasta Domènech y que los Maxi, Guedes y compañía abandonen el autostop para llegar a la portería contraria. Caso a parte es Gameiro, cuyo ratio de oportunidades generadas y falladas por minuto es alucinante. Trece puntos en doce partidos es al final la consecuencia de un primer tramo de temporada en el que cuando no es un pito ha sido una flauta. Una ensalada de cuestiones que vuelve a apuntar directamente al mercado de enero, un nuevo plazo de fichajes en el que las necesidades son unas y los imputs reales del club otra vez los mismos de los últimos meses. Veremos cómo acaba respirando Meriton ahora que el agujero en los ingresos de la televisión parece estabilizado y que Tebas continúa empeñado, aunque nunca por encima del 50 por ciento del aforo, en que vuelvan los aficionados. Tan cierto es que para funcionar al Valencia le falta mucho como que para mejorar es necesario bien poco.

Aquí no ha pasado nada

Haberle ganado al Getafe significa básicamente que las cinco jornadas consecutivas anteriores sin victorias son ahora sin derrotas y que el Levante respira aliviado. Que nos quiten lo bailao porque se agradece pero tampoco nos volvamos locos porque queda mucho y lo que no puede ocurrir es volver a las andadas. El gesto menos constreñido de Paco López es el de todos los granotas, convencidos salvo cuatro discordantes en que tenemos al mejor entrenador posible, sobre todo cuando acierta. Ahora que lo peor parece haber pasado es momento de aplaudir a sus responsables la manera en la que se ha sorteado una crisis, digan lo que digan,con la que se ha estado al borde del precipicio. El entrenador nunca estuvo cuestionado ni lo contrario y aquí no ha ocurrido nada.

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