Puede que haber marcado más goles que nadie en lo que va de temporada no sea suficiente para renovar a Morales. Sin embargo, el cartel de jugador más importante de la historia del Levante sí que lo es para justificar un acuerdo que antes se antojaba coser y cantar. Ahora es distinto y de tanto que se ha complicado incluso sobrevuela la amenaza de que no se haga nunca. Normal, por tanto, que el terremoto en Orriols sea muy serio después de que el capitán haya pasado del enfado a la acción reclamando oficialmente su carta de libertad. Plato de mal gusto que llega tras el entrante de La Cerámica, donde a su suplencia se sumó un desencuentro a cuentas de que el once trascendiese antes de hora. En comparación, un problema este último que se soluciona fácil. Sobra con volver a los tiempos en los que la alineación se comunicaba en el estadio y no en el hotel. Mejor eso que andar acusando de filtrador a nadie.

En realidad lo de la renovación tampoco es tan complicado. A nadie le entra en la cabeza ver al Comandante con una camiseta que no sea la granota, así que todas las partes tienen que ceder por el bien del Levante. Como Quico había prometido, al club le toca ponerle cantidades a su renovación de por vida, lo que no significa que tenga que hacerlo a cualquier precio. Si hay en marcha una política enfocada a solucionar los problemas con el fair-play no conviene saltársela a la ligera. Después, si Paco López considera que su rol en el equipo debe ser otro, no solo está en su derecho sino que está obligado a tomar decisiones deportivas. La mejor gestión de un vestuario es a través de la justicia, aún más con un jugador que con casi 34 años y sin renovar es normal que esté nervioso. Y por último Morales entenderá que nadie en su sano juicio va a permitirle marcharse ahora. Quien bien le quiere le aconsejará que se enfríe, que recapacite y que decida con mucho trellat por su bien y por el del club. Es, al final, lo que ha hecho siempre.

Una oportunidad para volver a ratificar a Javi Gracia

No está el Levante para desprenderse de Morales ni tampoco el Valencia para desaprovechar a Kang In o Maxi Gómez. Son jugadores que pueden hacerle mucho bien al equipo siempre y cuando tengan la cabeza donde toca y empiecen a sumar. Y es que con las coordenadas de búsqueda actuales es imposible encontrar en el mercado refuerzos mejores. Además, para postre ya se ha consumido una tercera parte del plazo y se sigue en el mismo y peligroso punto de las promesas. Las mismas que antes no pero ahora Javi Gracia sí se cree. No le queda otra, por narices, después de que lo hayan ratificado con números de destitución.

Los motivos económicos de la continuidad del técnico son de sobra conocidos y están más que repetidos. Pero también es una realidad que el Valencia no habrá podido o sabido pero ha querido siempre. Es lo que realmente le está salvando, tal vez lo único. Aunque sin ganar no hay nada que hacer, el vestuario ha sido magnánimo con su míster y Valladolid será una buena oportunidad para volver a ratificarlo.

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