Bienvenido, Míster Cagada

La bandera de Lim también flota río abajo

Bienvenido, Míster Cagada

Bienvenido, Míster Cagada

Rafa Marín

Rafa Marín

Es un misterio si Peter Lim volverá algún día a Mestalla, pero nadie tendrá dudas de que si lo hace nada será igual que la primera vez. Ni qué decir si le diese por hacerlo ahora, y eso que dentro solo estarían para pitarle los jugadores y el entrenador, que por ganas tampoco sería. La cuestión es que la triste epifanía de Lim en nuestra ciudad fue con motivo de un partido también contra el Elche, si bien las galas tampoco tendrán que ver con las de aquel día de hace seis años y medio en el que el estadio del Valencia se convirtió en Villar del Río. Ya saben, el pueblo que después de prepararse con bombos y platillos para recibir al «señor Marshall» vio cómo la caravana de los americanos pasaba de largo y a toda velocidad dejando atrás solo frustración, polvo y desencanto.

Sin la genialidad del gran Berlanga, y quien esté libre de pecado que tire la primera piedra, son muchos los que podrían titular sus «memorias caóticas» como las suyas: «Bienvenido, Míster Cagada». Cuentan que el brillante director valenciano exclamaba «¡vaya cagada!» después de rodar cada escena, un resumen aunque por motivos distintos de lo que está siendo la trayectoria de Lim, empeñado en llenar de podredumbre deportiva, social y moral al club que vino a rescatar con sus millones.

Ante el fracaso del paso de los singapurenses, cuya bandera también flota río abajo ahora que se cumple un año del último fichaje, estaría bien que a Murthy le pusieran la película, en especial la antológica escena en la que Pepe Isbert se dirige a los vecinos desde el balcón para justificar el despilfarro: «Como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación, y esa explicación que os debo, os la voy a pagar; porque yo, como alcalde vuestro que soy, os aseguro que para pagar esto ni un céntimo ha salido de las arcas públicas, porque en las arcas jamás ha habido un céntimo». Como está sordo, al lado tiene a Pepe Morán maquillando sus palabras. Quien tenga curiosidad que lo busque en YouTube. A ver Morán a quien le recuerda cuando suelta todo ancho que «la explicación es innecesaria porque vosotros sois inteligentes y ‘despejaos’». En lugar de aclarar algo, todo para acabar prometiendo un premio no al mejor recibimiento sino al que sea «más al gusto de los americanos». El alcalde remata: «Ahí l’has dao».

Explicaciones ninguna, pero hace mucho tiempo que pasaron a mejor vida los discursos y promesas, como los de aquellos ilusos que hacían cola para pedir al señor Marshall un cabezal para la mula, una bicicleta, un traje con corbata, dos sacos de abono, una máquina de coser, un clarinete o una vaca. Tampoco nadie espera a estas alturas una fuente con chorrito que sustituya al charco de barro que don Lim ha dejado en medio de la plaza. De momento ya se ha dicho adiós a la Copa con escarnio y todo lo que no sea ganarle al Elche, víctima con Bragarnik de su Míster Cagada particular, se traducirá en otro paso hacia la amenaza cada vez más real del descenso.